A principios de mayo, la dureza del paso del tiempo dejó a la cúpula de Santa María sin cuatro de las ocho vidrieras que sirven de entrada a los aparatos del Misteri. Cristal a cristal y plomo a plomo, estas puertas del cielo de La Festa fueron recobrando el color que la lluvia, la suciedad y la huella del hombre habían oscurecido. Y ayer, con el mismo delicado y respetuoso sistema con el que fueron retiradas, comenzaron a ser colocadas en las nuevas cerrajerías para volver a llenar de luz la basílica. En un principio, los encargados disponían hasta el 15 de julio para completar la actuación. Sin embargo, según cuenta Felipe Castellanos, el jefe de obra, han preferido intensificar los trabajos y contar con hasta diez operarios para evitar posibles imprevistos. De esta forma, se espera que esta tarde, el vidrio pueda lucir otra vez en la basílica de Santa María.