La prisa se marchó de sus palabras y las frases llegan desde la reflexión... para lo que vale cualquier detalle, entre lo cotidiano y lo especial. Prefiere llamarse neólogo, por su eterno proceso de experiementación y renovación en su trabajo, pero lleva por sus venas el arte, al que conoce perfectamente después de más de 50 años viéndole de cerca, en el día a día. Felipe Ehrenberg, reconocido artista plástico internacional que nació en México, inició ayer en Elche su aportación al proyecto expositivo "La memoria en el laberinto", donde la creación de coordenadas estéticas y la literatura rinden un sincero homenaje a Miguel Hernández. Junto a él otros 50 pintores (con textos de 17 escritores y poetas) darán vida, siempre en blanco y negro, al compromiso y a la implicación personal en la vida y la obra del poeta. El Parque Municipal se convertirá, desde hoy y hasta el sábado, en el mejor escaparate de sus planteamientos, y el Centro de Congresos albergará el domingo la realidad de un proyecto con varios años de recorrido.

Una trayectoria intensa donde hay espacio para todo, por imaginable o no, desde el dibujo y la pintura, pasando por el grabado, escultura, el arte conceptual, perfomance, el tratamiento de imágenes audiovisuales, instalaciones, el videoarte... ¿Hacia dónde nos lleva esta aventura?

Creo que soy una criatura de nuestra época, donde los tiempos nos obligan a cambios y trastornos. En realidad, soy un artista plástico, donde me encargo de la imagen y uso técnicas diversas para crear. De cualquier forma, a mí me gusta llamarme neólogo, por ser una persona enfocada hacia la creación e indagación de lo nuevo. Y todo mi recorrido es producto de una inquietud, de paciencias a la vez que de impaciencias.

Más de 50 años en el arte y maestro de lo conceptual...

Mantener mi impaciencia durante más de 50 años es prueba de la paciencia. Soy un artista que se ajusta a las circuntancias, que se mantiene fuera del mercado con un diálogo constante con la gente. Me gusta caminar y ver a la gente pintando en la calle, yo también he pintado en ese paisaje urbano y, por ello, creo que el hecho de que la gente pueda vernos pintar en el Parque Municipal las obras de "La memoria en el laberinto" es algo impagable. Y en cuanto al arte conceptual, lo único que he hecho ha sido ver la forma que ha procesado el acontecer inmediato.

Viajero incansable, sus obras también son un cambio de escenario artístico continuo...

A lo largo de todo mi trabajo, mi agenda es el mundo que me va conformando. Hay artistas que tienen obsesiones, yo no tengo obsesiones; pero, sin embargo, me absorbe lo inmediato.

La crisis, la falta de ideas, el pánico, llegan por caminos diferentes, pero en muchas ocasiones se unen y se convierten en una combinación explosiva...

Ante la crisis, el artista con sensibilidad, el que sabe encontrar el verdadero pulso de las cosas, va a reaccionar, seguro. Y todo esto, nos lleva de nuevo a Elche, que es un perfecto ejemplo de cómo la obra de un artista como Miguel Hernández determina lo que recordarán las generaciones que le siguen y consolida una sensación de arraigo a toda la comunidad. El centenario del nacimiento del poeta es motivo de orgullo para todos y eso se nota nada más entrar en la ciudad ilicitana.

Usted es no de los artistas visuales más importantes del siglo XX y, desde luego, uno de los más influyentes entre los nombres contemporáneos, ¿cuál es su proyecto más reciente?

Es una exposición retrospectiva, que nació casi por accidente, y que ha estado en el Museo de Arte Moderno de México; ahora, ha llegado al Museo Latinoamericano de California y, más tarde, viajará a Sao Paulo, coincidiendo con la Bienal. A mí se me ha considerado de una generación puente entre el modernismo y lo postmoderno, y ahí se puede ver desde cuadros y vídeos hasta documentos, instalaciones y, desde luego, obra conceptual creada a largo de mi vida.