La sección VII de la Audiencia, acogió ayer el inicio del juicio por la muerte de una niña de dos meses. El Ministerio Fiscal pide 19 años de prisión para cada uno de sus progenitores, acusados de delito de asesinato. Será un jurado compuesto por once personas el que determine su culpabilidad.

En la sesión de ayer los padres, de nacionalidad británica y que cuando se produjeron los hechos residían en Torrevieja y tenían 21 y 19 años, se culparon mutuamente de golpear a la niña.

Según la calificación del Fiscal, los acusados, "siendo conscientes del riesgo vital que ello conllevaba, dejaron de proporcionar a la menor los cuidados que precisaba, no proporcionándole el alimento indispensable para su desarrollo ni la asistencia médica adecuada". Además, los acusados "la golpearon en diversas ocasiones, propinándole manotazos en la cara y en la cabeza, siendo conscientes de que dichos golpes iban dirigidos a zonas vitales", según el escrito.

El procesado, además de acusar a la madre de la pequeña, acabó reconociendo que él también pegó a la pequeña "un par de veces", dijo. Asimismo, confesó abiertamente que golpeaba a la madre; primero, porque en aquella época solía estar "muy borracho"; y, tras el nacimiento de la pequeña, porque la mujer pegaba a la niña, apuntó.

El encausado, que ahora tiene 23 años, también reconoció que padece una enfermedad mental "con diagnóstico de trastorno de personalidad", que se ha agravado por las drogas y el alcohol que ha consumido en una época. De hecho, recordó que ya estuvo internado dos años en un psiquiátrico en su país y que ahora, que se encuentra ya en la cárcel, recibe tratamiento médico que entonces no tenía.

Del mismo modo, expresó que la acusada también consumía drogas y alcohol. Declaró que era frecuente que él y su compañera acompañados de la pequeña de dos meses andaran de madrugada una media hora para llegar desde su casa en Torrevieja hasta el aparcamiento de una conocida discoteca para comprar sustancias estupefacientes. De hecho, recordó que en una ocasión fueron "pillados" por la Guardia Civil. "Yo creo que no estábamos bien de la cabeza, ni yo ni ella", expresó.

Por su parte, la acusada, que no quería ni siquiera pasar por delante del procesado, de quien tiene una orden de alejamiento y al que evitó incluso mirar, negó que ella hiciera daño alguno a la pequeña y declaró que tanto su hija como ella fueron objeto de los malos tratos de su entonces pareja. Además, declaró que únicamente en alguna ocasión consumía drogas y alcohol. La joven, que ahora tiene 21 años y que se encuentra en libertad provisional, dijo que en aquel momento no denunció la situación porque quería a su pareja y creía que éste cambiaría con el nacimiento de la niña. Además, dijo que "ellos eran mi mundo", en referencia a que no tenía a nadie más, ya que no se relacionaba con sus padres. Ambos acusados presentaron versiones diferentes del día de la muerte de la niña. Así, la procesada explicó que se enteró de la muerte de su hija por que el propio acusado le confesó que la había matado, pero que en una declaración anterior confesó haber golpeado a la pequeña para exculparle porque "le quería".

Del mismo modo, el acusado afirmó que él también se inculpó en una declaración anterior para evitar que las culpas recayeran en su compañera, "porque la amaba", y que era ahora cuando estaba diciendo la verdad. "Teníamos un pacto: quedamos en que ella me esperaría hasta que yo saliera de la cárcel", aunque la denuncia por malos tratos que le interpuso la madre de la niña cuando entró en la cárcel y el hecho de que ésta saliera de prisión le llevaron a pensar que esto no sería así, por lo que se decidió a decir la verdad, expresó.

Pese a todo, los acusados coincidieron al declarar que la niña tuvo un accidente unos días antes al caerse y golpearse la cabeza, y que no la llevaron al médico por miedo a que descubrieran que sufría malos tratos. Del mismo modo, afirmaron que la niña era alimentada convenientemente y que en la revisión que había tenido el mes anterior a su muerte el pediatra no les comunicó que estuviera por debajo del peso que le correspondía.

Por otro lado, el padre reconoció que quiso que la mujer abortara pero que no contaban con la firma de los padres de ésta, necesaria al ser menor. Además, tras el nacimiento de la niña contactaron con los Servicios Sociales para darla en adopción, aunque no llegaron a hacerlo.