El paso del tiempo no entiende de belleza ni de arte, y sus huellas acaban oscureciendo y degradando todo lo que toca. Algunos objetos se pueden reemplazar y otros permiten una simple reparación, pero, cuando la mano del hombre y la simbología de un pueblo los convierten en verdaderas joyas de la arquitectura y la tradición, su restauración requiere respeto, profesionalidad y paciencia. Por eso, la renovación de las ocho vidrieras de la cúpula de Santa María por las que, cada año, se introducen los aparatos aéreos del Misteri se ha convertido en una auténtica obra artesanal que inundará de luz y cromatismo el cielo de la basílica.

Esta actuación, que se inició a principios del mes pasado, implica un complejo y laborioso proceso de limpieza, reforzamiento, renovación, reparación y protección de las distintas partes de estas cristaleras que, desde su colocación, en los años cincuenta, sólo habían recibido pequeños remiendos. De esta forma, la suciedad acumulada, la degradación de los distintos materiales y los daños ocasionados durante el proceso de montaje de la tramoya alta de La Festa ralentizan unos trabajos que, en las piezas más dañadas, se pueden prolongar durante horas.

Debido a esta multiplicidad de factores, hasta el momento, sólo una de las ocho vidrieras está completamente restaurada y otras tres se encuentran en distintas fases de restauración. En principio, estos cuatro ventanales deberán estar listos antes del 15 de julio, cuando toda la operación se suspenda provisionalmente para dejar paso a los preparativos del Misteri, mientras que los cuatro restantes tendrán que esperar hasta el mes de noviembre, cuando finalicen las representaciones extraordinarias del drama asuncionista.

En cualquier caso, la comparación entre las piezas restauradas y las antiguas permite ver la gran cantidad de suciedad que acumulaban y, sobre todo, el enorme cambio que supondrá su futura instalación en la cúpula de Santa María. Araceli Domingo, licenciada en Bellas Artes y una de las encargadas de ejecutar la restauración a través de Userco, la empresa adjudicataria, asegura que, cuando los ilicitanos alcen la vista en Santa María, "se sorprenderán de los colores y la luz que traslucen estas cristaleras". En su opinión, aunque durante los meses de verano están cubiertas por el cielo de La Festa, estos ventanales "son muy importantes para la iluminación de todo el templo".

En este sentido se manifiesta también Sixto Marco, miembro del Patronato y uno de los impulsores de este proyecto, quien considera que la suciedad acumulada no dejaba ver "la viveza de los colores y la preciosidad de las cristaleras". Y esta opinión también coincide con la de Felipe Castellano, el jefe de obra de la remodelación, para el que supone "un orgullo" resaltar las imágenes del Misteri y la Virgen de la Asunción.

Del mismo modo, Araceli Domingo reconoce que, aunque ha realizado diversos trabajos con vidrieras, esta actuación se trata de "una de las más bonitas" de su vida. Por eso, destaca el cariño y la dedicación que han empleado en este trabajo para ser "fiel a la identidad de estas valiosas piezas".

Junto a esta actuación, la renovación de estos ventanales incluye la sustitución de las cerrajerías que las sustentan y un complejo sistema de transporte y montaje de cada una de las piezas. No obstante, cuando termine, todo este trabajo culminará con una renovación de luz y color en el cielo de La Festa.