Los pacientes que tengan seriamente dañada la córnea no deben hacerse ilusiones inmediatas con respecto a este nuevo avance médico. Los exigentes controles que las agencias de cada país imponen antes de licenciar un producto, una técnica o un servicio relacionado con la salud pública, hacen que se dilate en exceso la llegada de éstos al mercado y su aprovechamiento último por parte del ciudadano.

Juana Gallar señala que en ocasiones incluso pasan 15 años desde que se inician las pruebas con seres vivos, primero con animales y luego con seres humanos, hasta que el hallazgo se activa en beneficio de la sociedad.

En este caso concreto de córneas artificiales a partir de colágeno totalmente biocompatible, la investigadora del Instituto de Neurociencias calcula que las nuevas membranas creadas en laboratorio no podrán implantarse en pacientes antes de, al menos, cinco años.

"Haya o no patente de por medio, para que un determinado hallazgo sea aprobado para que se pueda sacar al mercado en el mayor número de países, es necesario que pase por numerosos trámites", apunta Gallar, quien agrega que lo que realmente retrasa todo el proceso son las distintas fases de ensayo.

En este caso de córnea artificial, la patente ya la tiene el grupo canadiense y se han superado las fases de toxicidad, de ahí que se esté llevando a cabo un ensayo clínico restringido con esa decena de pacientes. Esto significa que se ha ganado mucho tiempo y por tanto cada vez está menos lejos que la oftalmología pueda empezar a aplicar esta alternativa

No obstante, ese ensayo clínico que se sigue en Suecia, con pacientes que prácticamente no tenían otra alternativa, deberá ampliarse hasta una muestra mucho mayor de seres humanos para demostrar su alto grado de efectividad y riesgo cero para la salud.