Unas tradicionales antorchas elaboradas con palmas secas y recubiertas con cedazos, el resto de la poda que envuelve el tronco de las palmeras, que indican a sus Majestades de Oriente dónde debían haber dejado durante esta pasada noche los regalos.

Aunque la venta de "atxes" no estuvo este año tan animada como en otros, fueron bastantes los pequeños ilicitanos que no pasaron por alto esta tradición y salieron a calle para quemar sus hachas. Muchos de ellos se concentraron como es habitual en la plaza Rey Jaume I y en el barrio del Raval.

Esta tradición que ha mantenido viva el gremio de los palmereros guarda similitudes con las palmas del Domingo de Ramos ya que, según reza, son los padrinos los que deben regalarlas a sus ahijados. No obstante, los tiempos cambian y lo cierto es, según indicó el artesano, Francisco Díez, que "a muchos chavales que les gusta venir y escogerla ellos mismos".