David tiene 25 años. Hace año y medio, a la salida de una discoteca de Santa Pola, se encontró con un control policial. Ya había superado la prueba en alguna que otra ocasión, pero en esta ocasión la "suerte" le dio la espalda y dio 0,6 en el test de alcoholemia. "Era consciente de que no tenía que coger el coche porque había bebido, pero teníamos que llevar a un amigo al aeropuerto y yo era el que mejor iba", recuerda ahora. Unos días después salió el juicio y el resultado fue una multa de 1.200 euros, la retirada del carnet de conducir durante un año y un mes de trabajos en beneficio de la comunidad. Sin embargo, lo más duro, como reconoce, "fue asimilar que, en los tres años siguientes, tendría antecedentes penales y ya no podría opositar, que es lo que quería".

Ahora David ha cambiado el coche por la moto y tiene muy claro que alcohol y carretera nunca pueden ser compatibles, y en ello ha tenido mucho que ver su paso por el Parque Infantil de Tráfico, donde cumple con sus trabajos en beneficio de la comunidad y, sobre todo, dispone de tiempo para la reflexión. "Ahora soy consciente de que podría haber sido peor, e incluso he tenido mucha suerte de poder cumplir con el servicio en un lugar como éste", confiesa. La experiencia no sólo le ha servido a él, sino también a sus amigos: "Desde entonces, siempre hay alguien en el grupo que no bebe y, así, se encarga de llevar el coche".

Sus funciones en el Parque Infantil de Tráfico consisten en ayudar en las clases que se imparten a los escolares, y en las tareas de mantenimiento de los vehículos y de las pistas. No obstante, su paso por las instalaciones no se agota ahí. Y es que este tipo de experiencias, como reconoce el agente de la Policía Local responsable del Parque Infantil de Tráfico, Manuel Galindo, también les alcanza a ellos. "Estos chicos también nos enseñan a nosotros, que siempre tenemos la imagen de represores de conductas que no son correctas, a ver el otro lado del delito, el del arrepentimiento, pero sobre todo el lado más humano de los condenados". De momento, ya han pasado tres jóvenes por el parque y en unos días llegará otro, pero, como asegura el agente, "todos se encuentran muy a gusto realizando el servicio y, además, al final siempre se dan cuenta de la barbaridad que han hecho".

Sin embargo, David no es el único. Según precisó ayer el concejal de Seguridad Ciudadana, Emilio Martínez, en lo que va de año ya son 145 los condenados que han hecho trabajos en beneficio de la comunidad en Elche -de los que 101 son por delitos contra la seguridad del tráfico- mientras que en 2008 fueron 154 los condenados.