Con motivo de la celebración del "Día sin coches" anteayer la asociación Margalló-Ecologistes en Acció culminó sus actos organizados en torno a la "Semana Europea de la Movilidad" con tres actividades en el Centro de Congresos, entre las que destacó un taller para realizar un medición de los niveles sonoros de las calles de la ciudad a cargo de Francisco Amorós, físico colaborador con Margalló Ecologistes.

Las vías escogidas para tomar la muestra fueron un tramo de la calle Almorida, la Corredora y Juan Carlos I. En esta medición, que se realizó sobre las 21 horas, se detectó que los niveles sonoros de estas calles superaban en más de 10 decibelios los niveles permitidos legalmente.

Jeroni Rico, miembro de Margalló Ecologistes, asegura que "el 80% de esta contaminación acústica viene de coches grandes, autobuses o camiones. Impresiona que sean niveles tan altos cuando el momento en el que se hizo la medición no era una hora punta de circulación".

Diferentes normativas

La estimación del sonido, que se realizó con un sonómetro de clase 2, se basó en el ruido que emitía la circulación de vehículos que pasaba por esas calles. "El ruido que provoca la gente caminando o conversando no se toma como referencia porque es de muy baja intensidad", asegura el físico Franscisco Amorós, quien añade que "en la medición que hicimos se detectaron niveles de 78 decibelios en vehículos normales hasta 84 en medios grandes como los autobuses, una marca muy superior a la establecida por la Unión Europea en horario de tarde en zonas residenciales, cuyo límite permitido oscila entre los 60 y 65 decibelios".

Además de los extremos de sonoridad que marca la UE, la Generalitat Valenciana publicó en 2002 una normativa más estricta en la que establecía que, en cuanto a niveles sonoros externos en zonas residenciales, el límite durante el día era de 55 decibelios y, por la noche, de 45, por lo que se puede comprobar que la contaminación acústica detectada durante la medición en las tres travesías supera también esta normativa.

Medidas de reducción

Por otra parte, Francisco Amorós asegura que "hay ciudades europeas donde se toman muchas medidas pertinentes para reducir los altos niveles de contaminación acústica. Se reducen los volúmenes de tráfico, fomentan el transporte público, se dan medios alternativos, hacen diseños urbanísticos adecuados o se peatonalizan algunas calles".

Precisamente, en los últimos meses, el Ayuntamiento de Elche ha ido anunciando su intención de peatonalizar algunas travesías del centro de la ciudad con el objetivo añadido de aumentar la seguridad de los paseantes. Aún así, el físico Amorós opina que "en nuestra provincia somos más propensos a utilizar el transporte privado. La contaminación acústica de los coches está muy tolerada y casi nadie dice nada al respecto, por mucho que supere los niveles permitidos".

Por otro lado, no es la primera vez que se habla de estos altos niveles de ruido. En abril de este año ya se publicó un estudio a cargo de la ingeniera María Maciá en el que se hablaba de los altos niveles de contaminación acústica de la zona centro de Elche. Además, según afirmaron algunos ecologistas, la escasa amplitud de alguna de estas calles genera un "efecto chimenea" que provoca que hasta los propietarios de viviendas altas se vean afectados por el ruido.