Pasado más de un mes desde que se eligiera, no sin tensión, el proyecto de la Noria para construir el mirador sobre el Palmeral, en el Paseo de la Estación, todavía no se ha elaborado el acta correspondiente en la que se debe reflejar lo acontecido en una reunión sobre la que circulan todo tipo de comentarios en los ambientes políticos, profesionales y municipales.

De la reunión ha trascendido que hubo alguna palabra más alta que otra y, mientras unos confían en que en el acta no se refleje, otros esperan todo lo contrario para hacer ver que la decisión sobre este proyecto fue más política que técnica y que la representación del Ayuntamiento aplicó el rodillo frente a los arquitectos, pese a que en un principio se aseguró que eran éstos los que tendrían la última palabra en todo este asunto.

Pero la realidad, por lo que ha podido saber este diario, puede deparar grandes sorpresas y es más compleja que el simple postulado del bloque institucional frente a los arquitectos cultos, porque, aunque sí parece cierto que los representantes del Ayuntamiento votaron en bloque por el proyecto de la Noria, no es cierto que todo el grupo técnico lo hiciera por el proyecto del equipo japonés. Por lo pronto, ha trascendido que la votación fue muy reñida: seis votos a favor de la Noria, proyecto de Beatriz Ramo; cinco votos a favor del proyecto de los japoneses Sanaa y un voto para el proyecto de Martínez Lapeña-Elías Torres. Pero esto sucedió en la primera aproximación, para definir los dos proyectos más votados. En la votación definitiva, el resultado fue siete a favor del proyecto de Ramo y cinco a favor de Sanaa.

Sobre lo dicho por unos y por otros en el seno de las deliberaciones de mediados de julio hay discrepancias según qué fuentes se consulten, pero se reconoce que hubo alguna que otra acusación malsonante y algún abandono por parte de miembros del jurado disconformes con lo que estaba pasando. La parte técnica del jurado parece que todavía no se ha respuesto del shock que le ha producido que Carme Pinós, probablemente la arquitecto de mayor prestigio del jurado, elegida por los equipos que habían sido invitados al concurso, votase a favor de la Noria -un proyecto que está ya en uso en Viena y Londres-, mientras el resto de los arquitectos se decantaba por la acrobacia aérea que sobre el Palmeral planteaba el equipo japonés de Sanaa, argumentando que Elche podría contar con la primera obra de los arquitectos japoneses en España.

Pinós no estuvo en la primera deliberación del jurado, cuando el alcalde decidió posponer la toma de una decisión, y en la segunda reunión a la que asistió se decidió por la Noria como proyecto para el mirador del Palmeral, dejando anonadados, según afirman fuentes consultadas por este diario, a los arquitectos de renombre que formaban parte del jurado, como Beth Galí, Manuel Ocaña y el danés Bjarke Ingels, quienes defendieron con ahínco el proyecto que consideraron más interesante e innovador entre los existentes, el de Sanaa.

Alejandro Soler suspendió en junio el concurso, alegando que se necesitaba más tiempo para reflexionar, pero fuentes consultadas han indicado que aquello pudo ser una maniobra para ganar adeptos en favor del proyecto que más le gustaba, el de la Noria. En aquella reunión en la que se debía haber producido el fallo, los miembros del jurado apostaron mayoritariamente por el proyecto de Sanaa. Si se hubiera votado, habría sido el proyecto que habría ganado, pero el alcalde pidió más tiempo para tomar una decisión, lo que provocó, según señalan fuentes consultadas, que algunos miembros del jurado que representaban al Ayuntamiento tomaran conciencia de que el proyecto de Sanaa no era el que más gustaba al primer edil ilicitano.

A la espera de lo que pueda reflejar el acta sobre las manifestaciones vertidas en el marco de las deliberaciones, fuentes consultadas atribuyen el retraso en la confección de la misma a que no se ha podido contactar con los arquitectos que eran miembros del jurado y residen fuera, alguno de ellos en Dinamarca, confiando en que en septiembre, con la vuelta a la normalidad por el paréntesis estival, se pueda lograr y den su conformidad a lo consignado en el documento o bien realicen las correcciones que estimen conveniente. De esta manera, habrá que esperar al otoño para tener acceso a un documento que se espera con gran expectación para conocer cómo se ha tomado una de las decisiones más importantes y costosas, diez millones de euros, para la ciudad de Elche, que a buen seguro influirá, de hacerse, en la fisonomía de un espacio singular como es el Palmeral.