Los Bomberos han normalizado sus actuaciones para hacer frente a los riesgos de las abejas mediante un protocolo que están aplicando los parques de toda la provincia. El suboficial jefe del área operativa del Baix Vinalopó, José Soler Bonet, ha sido el encargado de diseñar un plan que ha fijado las pautas de actuación y el material necesario para neutralizar las colmenas silvestres y los enjambres cuando pueden ser peligrosos para las personas.

Los Bomberos han tenido que adaptarse a los nuevos tiempos para poder ofrecer el servicio de recogida de enjambres y colmenas de una forma racional y compatible con la sostenibilidad. "La crisis de la miel provocó que, en una zona como la nuestra donde prima el turismo, las urbanizaciones e infraestructuras, descendiera mucho el número de apicultores", explica el suboficial. En los años 80 y 90 los Bomberos disponían de una lista de apicultores muy extensa a la que recurrían cuando un ciudadano daba aviso de una situación peligrosa a causa de las abejas. "El número de profesionales se redujo tanto, y los pocos que había no podían acudir principalmente por sus quehaceres profesionales, que tuvimos que ponernos al día, porque los problemas de este tipo siempre acababan en nuestra centralita", asegura José Soler.

Necesidad

La demanda de los ciudadanos encontró respuesta en este bombero aficionado a la apicultura. "Aprendimos de los profesionales y de los libros. Teniendo en cuenta que la abeja es una especie protegida no podíamos llegar y destruir las colmenas sin más, así que nos preparamos hasta normalizar el servicio", expone Soler. Él es el encargado de ofrecer una acción formativa entre los bomberos de toda la provincia para que estén preparados para actuar en caso de urgencia. "Lo primero que hacemos siempre es avisar a los apicultores que nos han facilitado sus contactos, porque no se trata de quitarle a nadie el trabajo. De hecho, seguimos animando a que los interesados nos llamen para tener sus teléfonos en la base de datos", afirma el suboficial, quien recuerda al ciudadano que "este tipo de servicios generan unas tasas, por lo que al final es mejor que los realice un profesional".

Otro punto que el responsable del servicio quiere dejar claro a los ciudadanos es que "la neutralización sólo la realizamos cuando hay un enjambre o una colmena de abejas, por ser una especie protegida. Para tratar los problemas generados por avispas u otros insectos no protegidos, existen empresas de desinsectación que se encargan de ello", apunta el responsable del Parque de Bomberos de Elche-Baix Vinalopó. En la comarca se atienden cada año más de 80 casos de abejas, "destacando lógicamente los meses de primavera". Hay que tener en cuenta que las abejas, cuando la colmena se hace muy grande o una reina es expulsada y se lleva consigo a parte de la colonia, se marchan a otro sitio buscando el lugar más idóneo para su asentamiento. "Pueden estar hasta tres días en forma de enjambre, que es cuando vemos como una pelota de abejas que lo que hacen es proteger a su reina y llevarla a un lugar tranquilo y donde haya alimento", explica el responsable de la unidad, quien recalca que "para hacer ese transporte eligen los meses de mejor climatología".

Cuando los Bomberos reciben una llamada de alerta, primero valoran si es un enjambre (multitud de abejas con su maestra, que juntas salen de una colmena para formar otra colonia) o de una colmena silvestre (recipiente construido para habitáculo de las abejas). El enjambre es menos peligroso que la colmena. "En él las abejas no están en su casa y, por tanto, no tienen el sentido de proteger su territorio. Están de paso y, por ello, se pueden encontrar enjambres en lugares tan extraños como un semáforo, árboles de parques, bancos o un espejo de coche", afirma Soler. En un reciente parte de novedades de la Policía Local de Elche se cita textualmente: "Detección de un panal de abejas en la parte posterior de una motocicleta, cuyo conductor se percató de ello cuando se encontraba en marcha, deteniéndose de inmediato, dando aviso a los Bomberos".

Peligrosidad

Este tipo de casos, que parecen más propios del cine que de la realidad, "se dan porque las abejas, cuando están cansadas y cae la noche, se resguardan para con el alba volver a buscar el lugar para su asentamiento definitivo". En estos casos "el peligro es menor también porque esas abejas se han alimentado más de lo normal para soportar dos o tres días de viaje y llevan el buche lleno, lo que les impide hacer el movimiento para picar. Además, guardan sus fuerzas para buscar su sitio. Los enjambres no atacan si tú no los atacas", asegura Soler.

El caso de la colmena silvestre (distinta a la racional que utilizan los apicultores para producir jalea, miel y cera) es más complejo. "Fue famoso el caso de la basílica de Santa María. Allí se formó una colmena inmensa bajo unas tablas de madera", cuenta el bombero, quien apunta que "las abejas buscan lugares tranquilos, donde pase muy poca gente". Otro caso que Soler recuerda se dio en un chalé de Matola. "Las casas de campo que son ocupadas sólo en verano suelen ser sitios frecuentados por las abejas, que forman sus colonias principalmente en chimeneas, grietas, hasta en un "colombaire" encontramos hace semanas una colmena", afirma José Soler.

La forma de actuar de los Bomberos se ha profesionalizado. Además del vestuario de protección adecuado, utilizan enseres propios de la apicultura para introducir en cajas a las abejas, "que después soltamos en lugares apartados, en plena naturaleza". Además, usan ahumadores para adormilar al insecto y feromonas para atraer su atención hacia el recipiente. Cuando la colmena ya se ha trasladado, rocían su antigua colmena con gasoil o vinagre para evitar su regreso. "En poco más de media hora podemos retirar la colmena en casos normales. En la basílica de Santa María necesitamos mucho más tiempo porque allí se recogieron el triple de abejas de lo normal".