Los cerca de cinco mil espectadores que ayer acudieron al Martínez Valero se fueron ayer a casa enojados con su equipo, pero sobre todo, sin saber a lo qué juega este Elche de Josico. Ni va, ni viene, ni todo lo contrario y con esa sinrazón ganar partidos es imposible. Se prescindió de Vicente Mir por sensaciones, porque era un fracaso ser segundo detrás del Real Mallorca y no sacaba rendimiento a la mejor plantilla de toda la Segunda División. Argumentos falaces que el tiempo se ha encargado de desmontar.

El equipo se ha quedado totalmente desnudo delante del espejo y dejando por los suelos las razones esgrimidas hace apenas dos meses por el director deportivo y presidente el club, que llevaron a Mir al cadalso. Después del desfile de partidos, como en el cuento de hadas danés titulado «El rey desnudo», se ha podido comprobar que este Elche no es lo que se decía de él y las primeras goleadas de la temporada llevaron a mucha gente al error. Está desnudo de fútbol.

Es cierto que en este deporte cerrarse atrás es lo más sencillo del mundo y el Sabadell lo demostró ayer. Contra esa virtud hay que trabajar los desmarques, romper la primera línea de presión rival, desequilibrar por bandas y ser capaz de resolver en el área contraria.

Este Elche no juega ni a lo primero, ni tampoco a lo segundo, se queda en medio, es pura mediocridad y, de esta manera, clasificarse para la fase de ascenso va a ser un milagro si no se mejoran muchas cosas y, de momento, Josico no está dando con la tecla.

Su parlamento, en la sala de Prensa tras el partido, todavía lo deja más en evidencia. Decir que al equipo le falta gol, como principal argumento para justificar una derrota, dice bien poco de él, máxime con los hombres tan contrastados que tiene el equipo arriba. Muchos de ellos podrían jugar en Segunda. Para abrir la lata hay que saber dominar el centro del campo, trabajar mecanismos y tener un método. Nada de eso se atisba. Desde su llegada, la escuadra ilicitana se ha metido en un auténtico laberinto del que va a ser muy complicado salir.

Además, el equipo está físicamente hecho unos zorros. Inventarse ahora una minipretemporada navideña es contraproducente y se pudo ver ayer. Los futbolistas estaban sin chispa, muertos y sin capacidad para luchar las segundas jugadas.

El gol de Jeremy, en el minuto 89, sólo fue la última estrofa de un auténtico canto al desastre. El castigo a no saber lo qué eres, ni dónde quieres ir.

El Elche de la primera parte fue plano ante el orden de un Sabadell que supo siempre a lo que jugaba. Los ilicitanos apenas llegaron a la meta rival, estuvieron inseguros en defensa, el centro del campo no funcionó y arriba, nada de nada.

Tras el descanso, mejoró un poco el equipo, pero siempre se mostró muy previsible. Además el técnico se volvió a equivocar en los cambios y no fue capaz de darle una marcha más a los suyos. Quitó a Nino y Javi Flores, que eran los más incisivos, y en el 88, sacó al canterano Vázquez por Collantes. Para colmo de males, cuando el empate era el mal menor, llegó el gol de los arlequinados en el minuto 89.