El arranque de la competición resultó prometedor ya que los entonces dirigidos por Vicente Mir mostraron su poderío con goles y buen juego. Tras empatar en Sabadell (0-0), se goleó a Badalona (5-1), Aragón (0-4) y Peralada (4-1), lo que permitió alcanzar el liderato, en un bonito pulso con el Mallorca. Todo el mundo pensó que la temporada iba a ser un paseo.
El primer golpe de realidad se vivió en el empate ante el Atlético Baleares (3-3), que llegó en el tiempo de descuento. Este primer traspiés en casa, unido al 1-1 en Sagunto y a la victoria sufrida frente al Ontinyent (1-0) propiciaron los primeros nervios en el consejo de administración.
La primera derrota del Elche, que también dio la talla en la Copa al superar tres eliminatorias, llegó en la novena jornada en Llagostera (2-1). Una semana después se encendieron las alarmas tras una derrota en el Martínez Valero (0-2) con el Alcoyano. Aunque el equipo reaccionó en cuanto a resultados ante Cornellá (0-1) y Ebro (2-1) su juego ya no fue el mismo. La derrota ante el Formentera (0-1) y el ver que el Mallorca se iba en la tabla le costó la destitución a Mir. El Elche era segundo, pero el conjunto balear, líder, se había marchado ya a once puntos, una distancia que aumentaría a catorce tras la victoria mallorquinista con Acciari como técnico interino.
Llegó Josico para reconducir la situación, pero el Elche no pasó del empate en los siguientes tres partidos ante Valencia Mestalla (2-2), Lleida (1-1) y Hércules (0-0) y perdió tras el derbi, por primera vez en dieciséis jornadas, su puesto en la zona de promoción. De soñar en ser primeros se pasó a luchar por estar entre los cuatro privilegiados, una posición a la que se volvió el domingo tras ganar al Olot (2-1) entre los pitos de una afición desilusionada por las prestaciones del grupo.
El parón navideño llega en un buen momento, primero para cargar las pilas, y, segundo, para tratar de reforzar la plantilla en el mercado invernal. Las dudas afloran por doquier.
