Enric Cuxart fue el protagonista del momento emotivo del partido. El exdelantero franjiverde, autor del gol del penúltimo ascenso del Elche a Segunda División en Barakaldo el 29 de junio de 1997, recibió un homenaje antes del encuentro y recibió de manos del presidente, Diego García, una camiseta con el número 9 y un cuadro con la fotografía de la celebración del gol en Lasesarre, que publicó Información y cuyo autor fue es José García Domene.

Cuxart estuvo acompañado en el palco del Martínez Valero por su mujer, Paloma Gómez, su hija Bárbara y varios familiares y amigos más.

De camino al palco, el futbolista catalán afincado en València coincidió con Diego Quiles, quien era presidente del Elche en la temporada del ascenso en Barakaldo, con el que tuvo la oportunidad de recordar viejas batallas de su época en el conjunto ilicitano.

El exfutbolista también se fotografió, antes del partido, con los niños del equipo Altabix, perteneciente a la cantera de la entidad franjiverde.

Enric Cuxart aseguró antes del homenaje que estaba emocionado y de que, a pesar de ser un persona tranquila, había estada toda la semana nervioso pensando en lo que le iba a ocurrir en la tarde de ayer.

Cabo Rubén Barberá

Por otro lado, el club ilicitano también tuvo un reconocimiento hacia Rubén Barberá, cabo en la fragata Infanta Elena que participó en el rescate marítimo de 68 personas en el mar Mediterráneo. Este aficionado del Elche, natural de Aspe, estuvo invitado en el palco de honor junto a su familia. Además, Diego García le entregó una placa conmemorativa.

El estadio Martínez Valero registró la peor entrada de la temporada, con «sólo» 5.925 espectadores.

Aunque es una cifra baja en comparación a otros encuentros, está muy por encima de la mayoría de asistencia a los encuentros del resto de partidos del grupo III de Segunda División B.

Los seguidores estuvieron como el partido. Comenzaron animando. El primer gol de Benja levantó a la grada. Posteriormente, tras el 1-2 del Mestalla, el estadio se asemejó más a un funeral. Además, el juego del equipo no invitaba al optimismo.

Pero la salida de Sory Kaba no sólo revolucionó el juego sino, también, a la afición, que tras el empate a dos del guineano se vino arriba y estuvo empujando a sus futbolistas hasta la coclusión del encuentro en busca de la victoria.

Al final, hubo resignación por el empate, pero cierta satisfacción por el «tirón» de los últimos minutos que invitan al optimismo.