Josico fue cocinero antes que fraile. Como futbolista ya ejercía de entrenador y cuando decidió sentarse en los banquillos lo tuvo más fácil para tratar de comunicar a sus pupilos toda su sabiduría futbolística. Su libro de estilo tiene capítulos de muy diversos entrenadores que le han ido marcando a lo largo de su dilatada carrera como futbolísta.

Vistió las camisetas de Albacete, Las Palmas, Villarreal y Fenerbahce y era la extensión de cada preparador en el campo. Ha tenido la suerte de tener grandes entrenadores a lo largo de su vida como jugador y eso le ha hecho madurar de forma más rápida cuando colgó las botas.

Desde Bienve, que lo llevaba en su coche a entrenar al pabellón de Hellín cuando era niño, hasta Ginés Meléndez en el Albacete, pasando por Benito Floro, Manuel Pellegrini, Luis Aragonés o Sergio Kresic, todos han significado algo para él.

Grandes catedráticos futbolísticos en su aprendizaje que le han marcado, aunque ninguno como el extécnico de Villarreal y Real Madrid, el chileno Pellegrini, que lo hizo sentirse importante dentro del potente «submarino amarillo». Los castellonenses fichaban todas las temporadas a golpe de talonario jugadores de todos los rincones del mundo, pero siempre empezaba y acababa él dentro del once. «Para mí fue un entrenador que me marcó porque creo que fue un innovador dentro del fútbol español. Lo que consiguió con el Villarreal no fue flor de un día, nos cambió la mentalidad y, aparte, introdujo cosas que, quizá, hablando con Aragonés, luego las han copiado otros entrenadores por ahí, una manera de trabajar bien definida», señalaba hace unas fechas Josico en una entrevista que le hacían sus paisanos en el «Faro de Hellín».

Con toda la experiencia adquirida en tantos campos de fútbol desea triunfar en el mundo de los entrenadores en el que le falta dar el salto definitivo, el que lo lleve a hacerlo con los mejores como lo hizo como futbolista. El Elche puede ser su trampolín hacia nuevos retos y sabe que todo lo que no sea el ascenso no será cumplir con el objetivo. Partiendo de la premisa de que el sábado hay que ganar al Valencia-Mestalla en el Martínez Valero, la mirada debe estar puesta en los partidos de promoción y en devolver al club a la categoría perdida.

Tras su retirada como futbolista se incorporó al cuerpo técnico de la Unión Deportiva Las Palmas. Durante las dos primeras temporadas se dedicó a realizar informes de los rivales del primer equipo, recorrió campos y ciudades deportivas viendo equipos y jugadores.

En la temporada 2013-2014 pasa a entrenar al juvenil C del club canario, hasta que el 26 de mayo de 2014 es nombrado nuevo entrenador del primer equipo de la UD Las Palmas, tras el cese de Sergio Lobera.

Dirigió al conjunto amarillo en dos partidos, cosechando una derrota y una victoria, que significaron terminar en sexto puesto y acceder así a la promoción de ascenso a Primera. Allí llegó al último partido, pero se le escapó el salto a la máxima categoría en el último instante frente al Córdoba. Un gol en el tiempo añadido lo dejó sin la gloria de haber podido entrenar a los isleños en Liga de la Estrellas.

Al acabar aquella campaña se hizo cargo del filial, donde fue cesado en marzo de 2015, cuando quedaban diez jornadas para el final.

Josico regresó a la península y se embarcó en el proyecto del Jumilla, que le salió rana. Con todo tipo de problemas económicos y una plantilla corta, sobre todo tras la compra del club por el grupo liderado por Nobile Capuani, el técnico manchego sacó a los murcianos de abajo, pero en febrero fue suspendido de empleo y sueldo por su club. La justicia condenó al Jumilla a pagar su contrato.

En marzo de 2017 se hace cargo del Atlético Baleares también en Segunda B y realiza un final de Liga espectacular. Cae en la promoción frente al Albacete. Ahora, el Elche se cruza en su camino. El reto no le asusta.