Jaime Oliver decidió ayer presentar su dimisión como consejero del Elche a través de una carta en la que justificaba su salida del club «por la actitud prepotente y dictatorial de algunos de los miembros del órgano rector de la entidad». El exdirigente, que sí seguirá como patrono en la Fundación del Elche, entidad máxima accionista del club, era uno de los dos consejeros que aún quedaban en el club de la etapa de José Sepulcre. Fue nombrado el 19 de diciembre de 2013 y ocupó la vacante que meses antes había dejado Lorenzo Campos.

Oliver ya había sido directivo, en la década de los 90, con Anselmo Navarro. En su puesta de largo lo dejó bien claro al afirmar que «Sepulcre me lo pidió y no puede decirle que no. Vengo a ayudar».

Con la dimisión de José Sepulcre siguió con Juan Anguix, posteriormente fue miembro de la gestora que sustituyó al empresario valenciano tras el descenso administrativo. Continúo en el cargo con Juan Serrano como presidente, al que llegó a pedir la dimisión y, cuando éste se marchó, siguió como integrante del consejo de Diego García. Todo un superviviente.

La marcha de Jaime Oliver se veía venir. De hecho, la pasada semana ya tuvo un enfrentamiento público con el presidente, Diego García, tras el nombramiento de Jorge Cordero como director deportivo. A su juicio, eso significaba el inicio del desembarco en la entidad ilicitana de Quique Pina, ya que entiende que se le concedía a su grupo el poder de fichar en el club ilicitano.

En la carta de despedida, el ya exconsejero afirmaba que ha podido constatar en los últimos días las decisiones del consejo se «cuecen en cocinas ajenas al club». Un claro guiño a una opinión publicada en estas páginas titulada «En la cocina de Los Serranos». En ella se contaba que Diego García contaba con el apoyo de Maruenda, Segarra y Nohales a la hora de tomar decisiones, mientras que los más cercanos a José Sepulcre, Jaime Oliver y Francisco Sánchez habían quedado en inferioridad a la hora de nombrar al nuevo director deportivo. En una reunión celebrada en las oficinas de Los Serranos, donde no fue llamado Oliver, se «coció todo», lo que provocó las declaraciones incendiarias del exconsejero franjiverde.

«En estas circunstancias, mi voto no tiene sentido», indicaba ayer Oliver en su carta, quien explicaba que aportó «soluciones» para evitar el descenso administrativo que «no fueron tenidas en cuenta ni oídas».

«Me quedé en la Gestora aportando mi granito de arena, pero este año se han traspasado todos límites», denunciaba el exdirigente, quien culpa al presidente de no haber puesto solución al desmoronamiento del equipo, en alusión a la necesidad de un cambio de entrenador. Culpa directamente a Diego García del descenso a Segunda B que «no sé si deliberadamente o por falta de conocimientos, ni quiso, ni supo poner solución al problema». Afirma que no puede aguantar más en el consejo ya que «el equipo se desmorona por culpa del máximo dirigente».

«Pido perdón por no haber conseguido evitar el descenso», comenta Oliver, quien no quiere ser «cómplice ni partícipe de una debacle mayor» ante la entrada en la entidad «de personas interesadas, que no hacen las cosas gratis», en alusión a la nueva dirección deportiva. «No quiero pagar ese tributo, por lo tanto dimito, deseando lo mejor para el equipo de mis amores y esperando vuelva a ser el club de antaño», concluía.