El consejero del Elche, Jaime Oliver, decidió contar las verdades del barquero, atacó con dureza al presidente Diego García, pero midió sus palabras a la hora de poner el dedo acusador sobre su amigo y cliente José Sepulcre, cuando ha sido el que «vendió» el fútbol (Comisión deportiva) al mejor postor en la reunión mantenida en el despacho de Los Serranos a principio de semana. Allí se cocinó todo. El director deportivo lo ponía García, con el apoyo del resto, con todo lo que conlleva ese nombramiento, Pina incluido, y el técnico, el expresidente. Falta saber el precio de la operación y lo que se lleva uno y otro. El consejero, que no fue llamado a la citada reunión, tuvo un ataque de cuernos y pidió la dimisión de todos y que entrara gente que no huela al pasado. Todo lo que le había prometido su amigo había quedado en agua de borrajas. Está bien este arrepentimiento impulsivo, pero su credibilidad, a ras de suelo en el entorno franjiverde, podría mejorarse si él fuera el primero en irse, un minuto después de que al resto de miembros de la Fundación decidan votar a favor de esa limpieza (García, Sánchez, Toño, Oliver, Rocamora, Abadía, Anselmo Navarro y Pareja). Los ocho patronos son los grandes responsables de todo lo que está sucediendo en el club ilicitano y van a pasar a la historia del Elche por dejar que este consejo vuelva a repetir una «Petxinada».