El estadio Martínez Valero ha vivido el partido de la depresión. Con un equipo en Segunda División B desde la pasada semana, la afición aprovechó el duelo para liberar todos demonios y no paró de pitar a sus futbolistas cada vez que tocaban el balón. Los gritos de «¡jugadores mercenarios!» «¡jugadores mercenarios!», han competido con los de «¡directiva, dimisión!».

Los goles de los jugadores del Oviedo Toché y Nando fueron coreados por la grada como si fueran propios, el exfranjiverde Linares tuvo que agradecer la ovación del respetable cuando fue sustituido... un final de sillón de psiquiatra. Los únicos aplausos locales se los llevaron el meta Germán y el oriolano, Javi Llor, que debutó como franjiverde en el minuto 79.

Una imagen muy triste para el blanquiverdismo que regresa al pozo 18 años después tras un final de campaña caótico en el que sólo han sumado un punto de los 27 puntos posibles.

En una tarde de despedidas, ya que la mayoría de la plantilla dejará el club ilicitano amparado en una cláusula que los libera de su contrato por su descenso a Segunda División B, el fútbol fue lo de menos. Elche y Oviedo dieron un recital de lo que son dos equipos que han llegado al final de Liga sin gasolina. Los primeros, en Segunda División B, y, los segundos, sin entrar en la promoción de ascenso a pesar de ganar 0-2.