El Elche necesita en estos momentos un «Anguix», pero de verdad. Un inversor, sea ilicitano o de la Cochinchina, capaz de convocar en el Ayuntamiento al alcalde, a los barones del club Ilicitano (Borja, Diego Quiles...), al IVF, o sea, a todo el mundo, que presente su proyecto, muestre un aval verdadero y pegue un golpe en la mesa. Mientras eso no ocurra, a las pruebas me remito, quitar de ahí al consejo actual y a José Sepulcre, como presidente en la sombra, es imposible. Literatura barata. Pensar que la Fundación, que controla el 54% de las acciones que deberían ser del IVF, va a votar en contra de su amo es una utopía. Han preferido plegarse ante su señor antes que por el Elche desde el principio y así está el club, al borde de la liquidación.
Están bien las declaraciones de unos y otros, las reuniones en las clandestinidad, pero este club necesita dinero contante y sonante para afrontar su deuda y pagar la multa de Bruselas, que va a llegar en breve en una categoría con ingresos mínimos. Por mucho que Sepulcre insista que «quien aporta el dinero es el que toma las decisiones», con un movimiento fuerte no tendría otra opción que dejar paso. En estos momentos explota la debilidad del resto, aunque no se ha dado cuenta que nunca tendrá el cariño de una afición fragmentada y que ha perdido la ilusión por su equipo. Debe darse cuenta que no pueden liderar el próximo proyecto los que han llevado al club a Segunda B.
