El Elche es un querer y no poder. La historia volvió a repetirse y los franjiverdes volvieron a caer a pesar de intentarlo desde el primer al último minuto. Los jugadores tiraron de orgullo, pero los dos goles de Jorge Molina decantaron el encuentro del lado del Getafe. Los ilicitanos llegaron a tener en la segunda parte el encuentro donde más querían, pero cuando el empate podía llegar, el delantero alcoyano sentenció para los madrileños.

La primera de las cuatro finales que tenía el Elche para intentar salir de abajo la dejó pasar y no parecen tener solución los males de este equipo que cada día está más cerca del precipicio.

Los franjiverdes fueron víctimas del fuego amigo. Damián Suárez y, sobre todo, Jorge Molina, dejaron casi sin argumentos a los pupilos de Vicente Parras en un partido que Bordalás lo planteó partiendo de la solidez atrás y apostando por explotar los errores de un endeble Elche en defensa.

Al final, el guión del partido discurrió como él había presagiado y, mientras su equipo se asegura su presencia en la promoción de ascenso, el que fuera su club, bueno, lo será siempre, vive momentos de muy difícil solución por la mala cabeza de algunos y la falta de piernas de otros. Se veía venir desde hace tiempo, pero el lastre dejado por Alberto Toril es muy grande. Demasiado.

Otro error a la hora de defender una jugada a balón parado, en el minuto 19, permitió a Molina adelantar al Getafe en el minuto 19. El exatacante franjiverde remató de cabeza sólo, ganando la posición a Pelegrín, y envió el esférico fuera del alcance del meta Juan Carlos.

Durante esta temporada el equipo ha recibido este tipo de goles en numerosas ocasiones, pero no se es capaz de arreglarlo y así es imposible no sólo ganar un partido, sino incluso empatarlo. Ese tipo de jugadas no se han trabajado nunca y a estas alturas de Liga ya es imposible hacerlo.

Parras planteó inicialmente un partido largo, con la intención de refrescarlo en la continuación, con jugadores como Nino o Álex Fernández, apostando inicialmente por el músculo de Josete en la medular y la lucha arriba de Sory Kaba. Cuando el equipo se está jugando la vida, dejar la responsabilidad arriba a un chaval del filial resulta osado y demasiado arriesgado. También puede ser que no tenga otro futbolista que pueda hacer el trabajo de jugar de espaldas como el guineano.

Seis cambios en el once inicial, con Túñez y Pelegrín como centrales, y Liberto y Hervías en las bandas. Un cóctel para defender bien ante un Getafe que en la presión-recuperación es letal. Una combinación para tratar de romper al rival con la velocidad por los extremos.

La pizarra estaba clara, pero, luego, llevarlo a cabo, resulta complicado por mucho que se contrate a un recuperador de grupos. La mochila de la impotencia franjiverde es tan grande, que todo se hace cuesta arriba.

Además, para colmo de males, otro gol a la salida de un córner y van... Todo se vino abajo en ese instante. Lo trabajado durante la semana parecía ya no tener nada que ver para sumar al menos un punto en el Coliseum Alfonso Pérez. El equipo ilicitano quiso, pero no pudo. Fue víctima de su impotencia. Lo intentó. En el minuto 33, un remate de cabeza de Pelegrín, pudo significar el empate, pero el balón salió fuera.

Mejoría en la segunda parte

Tras el descanso, el Elche alcanzó otra velocidad, Fabián tuvo el balón y el Elche metió al rival en su campo. A los franjiverdes les faltó mayor precisión en el último pase y todo su dominio resultó baldío para sus intereses. Para colmo de males, Molina hizo el segundo. Nadie puede negar la entrega a los futbolistas, que terminan los partidos volcados sobre el área contraria, pero para ganar se deben hacer muchas más cosas y por este camino escapar de la quema va a ser imposible.

Quedan nueve puntos por delante, pero este equipo da la impresión de que no es capaz de ganarle a nadie. Habrá que agarrarse a un clavo ardiendo para evitar caer en esa categoría maldita.