Acudí a la cita del Nuevo Zorrilla, en este caso, para comprobar si el Elche CF iba a ser capaz de pescar en las aguas, un tanto revueltas, del Pisuerga a su paso por la capital pucelana. Si bien, en la previa, todo estaba aparentemente controlado, tras la llamada al orden de los últimas jornadas. El partido se inició bien, ante un Valladolid plano, vulgar y nervioso. Aquello pintaba bien. Pero a las primeras de cambio me di cuenta que no, que el equipo no iba a ser valiente, a pesar de su rápida reacción tras recibir el gol, ni podía serlo, porque estaba lastrado físicamente. Aguantó hasta que a Pelayo le duró la gasolina. A partir de ahí, el equipo se fue desmoronando, perdiendo piezas, hasta romperse, consecuencia de una nula dirección y gestión técnica desde el banquillo, que ha tenido como constante, salvo en dos o tres jugadores, la falta de confianza y continuidad en los mismos. El equipo se limitó a hacer lo que no sabe, defender, renunciando a atacar; no habían fuerzas. Así llegamos hasta los últimos minutos, en que por enésima vez apareció el espíritu dadivoso, que parece ser sí entrenamos, para regalar los puntos. Tras el final del partido, vi por primera ocasión en la temporada algunos rostros desencajados, evidencia de que la confianza ya no es tan ciega, y de que ahora se está en una encrucijada por un exceso de esa confianza, a todas luces negligente desde la dirección deportiva, no sólo carente de alternativas, sino también de su búsqueda. Se acabaron las tonterías, ahora toca cerrar filas entorno al equipo, desde la calma se deben tomar decisiones, firmes y sin que tiemble el pulso, de hacer piña, de arrimar el hombro y ejercer el liderazgo, no de aislarse y evadirse del grupo, como vi en alguno, en definitiva de ser valientes y dar un paso. También es nuestra hora, sí una vez más, la de la afición, la de apoyar al equipo de forma incondicional, debemos guiarlos hasta la victoria. El viernes contra el Almería es la primera de las próximas tres finales en la que todos nos jugamos mucho. Las finales no se juegan, se ganan y lo vamos a hacer. ¡Mucho Elche!