No es el título de una canción de amor, sino la cruda realidad de Paco Herrera y Alberto Toril, los técnicos de Valladolid y Elche. En función del resultado final del duelo que protagonizarán castellanos e ilicitanos el sábado, a partir de las 16 horas, en el estadio Nuevo Zorrilla, se sabrá quién de los dos continúa en el banquillo y el que lo abandona. Sus créditos están prácticamente agotados y su margen de error es mínimo a tenor de las conversaciones que ambos han tenido en las últimas horas con Diego García y Carlos Suárez, respectivamente, presidentes de ambas entidades.

Los dos máximos dirigentes ya han dejado claro que ese día sólo vale ganar y, aunque la palabra ultimátum no se ha nombrado, prácticamente es tabú en este mundo del fútbol, la continuidad de Herrera y Toril pende de un hilo. La derrota prácticamente les condena a los dos.

Los últimos reveses ante Numancia (1-3) y Sevilla Atlético (6-2) han dejado muy tocados a ambos consejos de administración, no sólo por perder los partidos, en los que había puestas muchas ilusiones, los unos por escapar de la quema y los de Pucela, por engancharse a la zona de promoción de ascenso, sino también por la imagen mostrada por los dos equipos que parecen haber entrado en una crisis en su filosofía de juego. Las derrotas de los cuatro últimos clasificados han dado un balón de oxígeno al bando franjiverde, ya que el descenso sigue estando a seis puntos, pero ya no se quiere jugar con fuego.

Las trayectorias de ambos equipos ha sido semejante a lo largo de esta Liga. Su inicio de competición resultó ilusionante. Toril vendió el fútbol de toque y la mirada constante al área contraria. Herrera, garra y el espíritu de equipo. Pero esas buenas intenciones se fueron diluyendo con el discurrir de la temporada.

Por el camino, algún triunfo (el Elche no ha logrado dos victorias consecutivas y el Valladolid no se ha alcanzado de forma continua las tres), deseos de meterse en el tren de cabeza, pero muchas decepciones maquilladas con promesas de mejora que no han llegado. Cada vez que ambos conjuntos han tenido el tren en su estación no lo han cogido y vuelta a empezar. A esperar el siguiente. Han sido muy irregulares y ahí están en la tabla, lejos de sus objetivos reales y sin fútbol, que es lo peor. Lo perdieron en el camino.

Ni el mercado de invierno logró enderezar el rumbo. El Elche se creyó que podía hacerlo con la llegada de Fabián, Borja Valle, Malonga y Túñez, pero no fue así. Todo ha seguido igual.

A falta de ocho jornadas para el final, las alarmas se han encendido. En Elche, ya se quiere asegurar la permanencia lo antes posible y no pensar en otras cosas, mientras que en Pucela la deshonra sufrida el pasado fin de semana en Sevilla costará que cicatrice.

En medio, Toril y Herrera, dos técnicos que no han sacado el rendimiento a sus plantillas. El sábado: o tú o yo.