Alberto Toril, acompañado de sus técnicos, abandonó ayer el estadio Martínez Valero a las 19.10 horas por la Puerta 0. Allí le esperaban su mujer y su hija. Con la maleta en la mano, el equipo no regresa al trabajo hasta el martes, se metió en su vehículo y abandonó el recinto deportivo consciente de que había salvado una bola de partido y, el próximo sábado, a partir de las 16 horas, se volverá a sentar en el banquillo franjiverde en el duelo ante el Valladolid.

Los minutos que siguieron al pitido final del duelo con el Numancia Numancia resultaron muy tensos e incluso se llegó a pensar que Toril tenía las horas contadas como inquilino del banquillo franjiverde.

Diego García, presidente del Elche, acompañado del consejero Ramón Segarra y del director deportivo, José Luis «Chuti» Molina se reunieron con él en su vestuario. Se analizaron los pros y contras de la situación, el consejo mostró su parecer después de la dura derrota sufrida ante el Numancia y el preparador, que minutos antes había asumido todas las culpas del traspié, por primera vez desde que es dirige al equipo, en la sala de Prensa, dijo sentirse con fuerzas para sacar al equipo de la actual situación.

Toril insistió en que a los jugadores les pudo la ansiedad y que todo lo preparado a lo largo de la semana no tuvo luego reflejo sobre el césped.

Finalmente, Diego Garcia le dejó claro que seguían confiando en él como hasta ahora. No se habló de ultimátum, pero a nadie se le escapa que una nueva derrota en el Nuevo Zorrilla ante el Valladolid podría significar la salida del Alberto Toril del Elche.

El consejo optó, tras la derrota en Córdoba, por una postura conservadora, y decidió apoyar a muerte tanto a los jugadores como al técnico para que pudieran sacar de la zona de abajo al Elche en los dos partidos siguientes en casa ante el Sevilla Atlético y Numancia. Se ganó al primero, pero ayer, frente a los sorianos, se volvió a las andadas y el equipo mostró su peor cara. La imagen dada por el Elche preocupa y ha activado de nuevo todas las alarmas. Además, la afición está de uñas con el equipo y, sobre todo con el entrenador, al entender que no solo no le está sacando el jugo futbolístico a la actual plantilla, con jugadores para aspirar al menos para jugar la promoción, sino que incluso se está metiendo en un auténtico jaleo y la permanencia podría complicarse.

Dentro del consejo se insiste en volver a apretar los dientes y esperar a que con un par de victorias el equipo remonte el vuelo y pueda terminar jugando sin la tensión actual. Nadie quiere ni pensar en el descenso dentro del consejo, aunque algunos directivos ya han dejado claro al presidente que la mejor salida era la destitución del técnico, dada la desorientación del la plantilla. No obstante, el grupo fuerte del consejo no tiene todavía en cartera un sustituto de garantías capaz de cambiar la situación. Lo que está descartado es dejarle el «marrón» al técnico del filial, Vicente Parras, en el caso de que se decidiera abrir la puerta a Toril. Diego García y su consejo están entre la espada y la pared, y sólo esperan que el sábado en Valladolid se logre el triunfo.