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Un «dandy» bajo palos

Miguel Recio llegó del Castilla para quedarse 3 temporadas, pero estuvo 11

Un «dandy» bajo palos

Decía Thomas Edison que «las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito». Esta es la cita que resume, en parte, la trayectoria del exguardameta del Elche Miguel Recio (Málaga, 1957). La historia está hecha para quienes la escriben, siendo él uno de esos que, a fecha hoy, serán recordados por todo su legado deportivo. Entendió mejor que nadie el sentimiento por unos colores y por un club como el franjiverde.

En su haber, dos descensos que se compensaron con otros dos ascensos a Primera División, en las temporadas 1983-84 y 1987-88. Defendió la camiseta ilicitana en 317 ocasiones, aunque no llegó a la cifra del mítico Pazos, y por ello se tuvo que conformar con un meritorio segundo puesto en el ranking de porteros que más veces vistieron la franjiverde.

Llegó con 25 años del Castilla y dejó huella imborrable entre varias generaciones. En la historia de la entidad aparece como uno de los iconos del fútbol ilicitano y su leyenda marcada para siempre con sus once temporadas en la ciudad de las palmeras. Dos campañas en Primera, siete en Segunda División A y dos en la Segunda División B.

Hablar de Miguel Recio es hablar de un personaje con estilo propio, elegante y con buenas maneras. A día de hoy su figura de «Dandy» sigue en pie. Un hombre que nunca renunció a la formación, a la lectura de aventuras y a la música de los Bee Gees. Y jamás se rindió.

No llegó para ser titular pero con el paso del tiempo demostró ser el portero ideal para este club. Su debut se produjo en la Copa del Rey, el 15 de septiembre de 1982, en el partido que le enfrentó al Alicante y que terminó con triunfo ilicitano por 6-1. Empezó viendo los partidos en el banquillo y acabó siendo la referencia de su equipo bajo palos.

Moneda de cambio

Moneda de cambioSu contratación por el Elche no se dio a conocer hasta un 15 de junio de 1982. Él fue moneda de cambio para que se fraguara el traspaso entre el Real Madrid y el Elche de Paco Bonet. «Para mí fue una sorpresa fichar por el Elche ya que mi etapa en el Real Madrid se acababa. Estaba en el Castilla y mi edad me obligaba a dar el salto al primer equipo o buscarme equipo como otros tantos compañeros», confiesa.

Pero antes de llegar al club merengue como una de las promesas del fútbol español, Miguel Recio se inició a nivel profesional en el Castellón, donde estuvo dos temporadas y, posteriormente, tres en el Castilla. En la temporada 1982-83 inició su periplo en Elche «Miguel Malbo, que era el coordinador del fútbol base, me llamó para que fuera a las oficinas y me trasladó el interés del conjunto franjiverde. Yo estaba muy dispuesto a salir», recuerda.

La propuesta era del agrado ya que «sabía que era un club de mucho prestigio, tanto en lo deportivo como en lo económico. Era uno de esos clubes deseables porque tenía aspiraciones de ascender a Primera, un gran campo y una de las mejores aficiones», comenta Miguel Recio.

El exguardameta tiene muy presente el trato recibido por la afición del Elche, que en alguna ocasión fue responsable de alguna victoria curiosa.

Una de las anécdotas que todavía siguen en el recuerdo fue en la temporada 1983-84, cuando, «en un lance del juego, el ex franjiverde Milos Kostic, que militaba en el Granada, se escapó y en el uno contra uno intentó driblarme. Le cogí el balón pero el colegiado interpretó que le derribé y señaló penalti. A pesar de las protestas, el árbitro decretó la pena máxima que lanzaría el propio Kostic. Y en el momento de lanzar, desde la grada voló un zapato hacia al terreno de juego y automáticamente el árbitro anuló el lanzamiento que acabó dentro de la portería. En la repetición, el yugoslavo se puso nervioso y le detuve el lanzamiento. Gracias a esa jugada y a la afición, el Elche pudo ganar esos tres puntos importantes».

Aunque de todas las historias vividas, este andaluz nunca se olvida «de los objetivos conseguidos, como los dos ascensos a Primera División. Tampoco de las manías de algunos de los compañeros de equipo como fueron las de los argentinos, que echaban ajos a las porterías, o del tradicional saludo a los aficionados del fondo de mi portería antes del inicio de cada partido».

Tuvo la suerte de competir con futbolistas internacionales como Hugo Sánchez. «Era de los que intentaban ganarte la iniciativa a la salida de un córner a base de algún empujón o pisotón. Lo hacía un segundo antes de irse para que no le pitaran falta y a ti no te diera tiempo a ganarle la posición».

Despedida

DespedidaDespués de 16 temporadas como guardameta profesional en diferentes clubes, llegó otro de los momentos más difíciles de Recio. Tomó la decisión de guardar los guantes en un baúl a sus 36 años, pero antes sufrió «uno de los momentos más tristes de mi carrera, porque coincidió con una de las fases de ascenso ante el Leganés en la que no tuvimos suerte y no pudimos volver a Segunda A».

A la conclusión de esa campaña, Miguel Recio abandonó la práctica del fútbol profesional dejando una sensación de franjiverde inquebrantable. No escuchó ofertas de otros clubes para seguir un proyecto profesional que le llevó a saborear las mieles del éxito y del fracaso, pero siempre con una actitud positiva. El hecho de descender a la Segunda División B en dos ocasiones no rompió su compromiso con esta ciudad y su equipo.

El pepinero Peces fue el último jugador que hizo a Miguel recoger un balón del fondo de su portería tras jugar en los campos profesionales en 350 ocasiones con tres camisetas distintas: la del Castellón, la del Castilla y la del Elche. Su comportamiento en el campo fue tan modélico que en su trayectoria solo fue expulsado en dos ocasiones.

Años después, en las tertulias de los bares, de los colegios, mientras los padres esperan a que la música se lleve a sus hijos a las aulas, Miguel Recio es uno de los nombres propios que todavía tienen vigencia, ya que marcó una época de esta entidad. Su imagen, su presencia y su estilo aún quedan presentes en los vetustos muros del Martínez Valero.

Como la mayoría de las caras conocidas del pasado franjiverde, a su adiós del fútbol, éste decidió asentarse en la ciudad y trabajar en proyectos ambiciosos. Hoy gestiona la marca de una importante firma deportiva.

Ejerció de entrenador de chavales, fue segundo del técnico Ciriaco Cano en el club franjiverde, con el que vivió una bonita experiencia.

Junto a Manolo Pazos y Emilio Esteban, Miguel Recio completa una trilogía de guardametas para enmarcar, recordar y estudiar. Todos y cada uno de ellos son el santo y seña de un club tan legendario como ellos.

Le gusta el gimnasio y recorre las montañas de la provincia cada fin de semana. Siempre ha sido metódico en el trabajo diario y amante de Elche y de su equipo. Un auténtico «dandy».

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