Un amigo mío me dijo que había visto a un cadete en Vera muy bueno. Se lo comenté a Juan Serrano, que entonces estaba al frente de la cantera del club, con Diego Quiles de presidente, y mandó a Pedro Pablo, que era el secretario técnico, a verlo. A los cinco minutos ya me dijo: «Nino es ese pequeño, ¿no?». El Real Madrid se adelantó y se lo llevó. Meses después, al ver que no confiaban en él regresó a Vera. Me avisaron de ello y fuimos a por él. Vino para el juvenil, pero en cuanto lo vio Paco Tarí lo subió al filial. Luego, debutaría con el primer equipo con Tolo Plaza. Siempre fue un gran profesional y desde pequeño quería ser futbolista. Lo tenía entre ceja y ceja. Pedro Pablo quería que estudiase, le decía que triunfar en esto era complicado y que igual tenía que volver al bar de su padre o a coger tomates a Almería. Él lo tenía claro, quería triunfar en el fútbol y lo ha conseguido. Nadie le regaló nada y cada paso que ha dado en su carrera ha sido con el trabajo por bandera. Es un gran ejemplo para todos.