«Un día sin sonreír es un día perdido». Esta frase da entrada a la cuenta de Twitter del lateral franjiverde Luis Pérez (Utrera, 4-2-95). Lo que está claro es que la del pasado sábado fue una jornada que aprovechó al máximo y donde sonrió como no lo había hecho en tuoda vida. El sevillano fue la sorpresa de Alberto Toril en el once del Elche que se midió el sábado al Valladolid (2-0) en el Martínez Valero. Saltó al campo en lugar de Rober, en once inicial, cuando en lo que va de competición sólo lo había hecho sustituyendo al sancionado Rober frente al Córdoba. El pacense venía siendo el titular en el lateral derecho. También había jugado a pie cambiado en el Elche-Lugo (0-3), desde el minuto 30, sustituyendo al lesionado Noblejas. Anteriormente, disfrutó de 12 minutos frente al Tenerife como rival. «No esperaba jugar y resultó emocionante salir desde el primer minuto, delante de tu afición, al campo. Se te ponen los pelos de punta cuando saltas al terreno de juego porque es un estadio de Primera División», reconocía ayer el futbolista franjiverde, que pudo sonreír al comprobar que el trabajo diario al final da sus frutos.
Su bandera no es otra que la humildad. Llegó por la puerta pequeña procedente del Jaén, le pusieron el dorsal 27, y no se ha cansado de afirmar que «lo mío es atesorar minutos, así lo he entendido desde que llegué, consciente de que tengo un gran compañero en mi posición y entre los dos tenemos que luchar por el puesto. Al final, el técnico decide quién juega. Yo tengo que seguir en esa línea».
Yo, si fuera Rober Correa, por mucho que haya llegado del Espanyol, no dormiría tranquilo. Que se lo pregunten a Álvaro Cuello, que vio, la pasada campaña, como un chaval que venía del Sevilla C, llamado Luis, pasaba a llamarse Luis Pérez, y en apenas unos partidos le comía la tostada en el lateral derecho. Gonzalo Arconada le hizo jugar 34 partidos y con esa tarjeta de visita saltó al Elche, en el que lleva el mismo camino.
A la chita callando, sólo habla en el campo y al estilo de Francisco Quevedo, que deja a todos boquiabiertos. Además, como bien utrerano, es capillitas y, por tanto, tiene la ayuda divina en todo lo que hace. En su taquilla tiene estampas del Cristo del Perdón y de la Virgen de la Amargura de Utrera. También lleva una pulsera donde recuerda esos momentos íntimos de la Semana Santa de su localidad.
«Scuzza é amarezza», que en italiano significan perdón y amargura, que también aparecen en su Twitter, reflejan su devoción por lo espiritual.
Cuando ganó la final de la Copa del Rey de juveniles con el Sevilla, ante todo un Real Madrid en las Rozas, en junio de 2014, en la tanda de penaltis, actuaba de central y en su camiseta aparecía sólo su nombre, Luis. Ya, en el Jaén, añadió el Pérez. A este paso, en el Elche, habrá que ponerle delante, si su progresión sigue por estos derroteros, el don. Tiempo al tiempo, pero sin dar titulares.
Asume que el sábado, frente al Valladolid, «todo salió como lo habíamos trabajado durante la semana, ser defensivamente más seguros . Aunque no tuvimos tanto balón como en otras ocasiones, atrás dejamos la portería a cero y cuando llegamos arriba acertamos». Su compenetración con Pedro en la banda derecha fue casi perfecta. «Me encuentro muy contento al lado de él. Me ayuda tanto en defensa como en ataque», explica Pérez, antes de confesar que este triunfo frente a Valladolid «nos pone de nuevo en la pomada y, ahora, hay que hacerlo bueno en Almería. Si logramos los tres puntos nos podríamos meter ahí arriba. No podemos fallar. Nos ha costado juntar dos victorias seguidas y tenemos la ocasión de lograrlo. Esa espinita la tenemos clavada. Habrá que salir con personalidad, a por la victoria, conscientes de que el Almería no va a ser fácil. Está abajo, pero necesita la victoria de forma urgente y saldrá a por todas. Esperamos seguir con el buen nivel defensivo y conseguir regularidad».
