El Elche tiró de vergüenza torera para sumar, al menos un punto, en un campo maldito como el de Los Pajaritos Los Pajaritos. Los toreros sienten miedo como humanos que son cuando saltan a un ruedo, pero se arriman al toro en cada una de sus faenas porque les daría vergüenza no hacerlo. Eso es lo que hicieron ayer los jugadores franjiverdes cuando entraron en el vestuario del gélido campo soriano con el 2-0 en contra y la sensación de que habían sido barridos por el Numancia desde el pitido inicial hasta el minuto 45.

No les quedaba otra que tirar de orgullo y lo hicieron, conscientes de que contaban con argumentos futbolísticos para hacer mucho más de los mostrado en la primera parte. Debían ser capaces de arrimarse al morlaco e intentar al menos darlo todo para terminar la faena salvando la honra.

Si en los diez primeros minutos del partido los ilicitanos recibieron las dos dianas numantinas, en la reanudación, sucedió a la inversa. En el 55, Nino y José Ángel ya habían empatado el encuentro.

A partir de ahí, el Elche estuvo más cerca de ganar el encuentro, pero también es cierto que Juan Carlos salvó el 3-2 al parar un penalti a Julio Álvarez. El meta blanquiverde amagó a su izquierda y esperó en el centro. El jugador soriano decidió tirar por el medio, al estilo Panenka, y se quedó con el molde. Juan Carlos, que durante la semana ya había hablado con Marcos Abad, entrenador de porteros, que se la iba a jugar ante un futbolista de la calidad de Julio Álvarez, en caso de existir una pena máxima, consiguió quedarse con el esférico y que al marcador no variara.

El 2-2 ya no se movió y el punto hay que considerarlo como bueno después de lo acontecido en el primer acto del partido. Queda el empate y la buena reacción del equipo ilicitano ante la adversidad.

Impotencia. Esa es la sensación que dejó el Elche en la primera parte. Las dos tarjetas que vieron, en los minutos 42 y 43, Matilla y Pedro, fueron el reflejo de un conjunto plano y sin las ideas claras para noquear a un rival que juega con las líneas adelantadas y ante el que hay que ser listo para ganarle las espaldas y noquearlo.

Toril decidió sacar un centro del campo de toque, pero el Elche nunca tuvo el esférico y, además, cuando lo consiguió, se empeñó en los balones largos cuando arriba no tenía a Pelayo, que se quedó en el banquillo después de tres partidos buenos en los que había demostrado que con él en el campo el equipo había ganado en equilibrio. Además, tampoco se buscaron los extremos con Pedro y Hervías. Nino se cansó de recibir balones de espaldas, sin apenas opciones ante los centrales sorianos y, un Matilla en tierra de nadie y sin poder aportar su calidad en la medular.

El Numancia salió mucho más centrado y, en el minuto 10, ya tenía dos goles de ventaja gracias a dos dianas de Pablo Valcarce, que explotó la debilidad defensiva blanquiverde para batir a Juan Carlos. Por las dos bandas, los sorioanos encontraron una y otra vez el camino hacia el área ilicitana y fueron muy efectivos en los metros finales.

En el 16, Nino, tras recibir un balón en profundidad, no acertó a batir a Munir. El meta local despejó bien el balón al córner. Fue la única ocasión del Elche en toda la primera mitad. Un auténtico espejismo en medio del desierto futbolístico blanquiverde.

Tras el descanso, Toril tocó su dibujo táctico y dio con la clave. Matilla retrasó su posición al centro del campo, mientras que Dorca y, sobre todo, Álex Fernández, dieron un paso adelante. Una vez más se volvió a demostrar que el talaverano en esa zona del campo es capaz de mover a su equipo a las mil maravillas, máxime cuando tiene por delante a Nino, que abre huecos y busca como nadie la meta contraria.

Matilla estuvo 45 minutos desubicado y cuando volvió a su verdadera posición surgió el Elche que crece a través del balón. Nino acortó distancias en el 46. José Ángel hizo el 2-2, en el 55. Con la igualada, al margen del penalti parado por Juan Carlos, los ilicitanos pudieron llevarse los tres puntos. La salida de Pelayo por Álex Fernández dio más profundidad y se rozó la victoria en una jugada en la que Dorca remató mal un balón dentro del área que le sirvió Hervías.

Un tiempo para cada equipo y un empate a todas luces justo, con un Elche que tuvo la vergüenza torera de dar la cara en la segunda parte.