El espectador vio fútbol y ocho goles, cuatro en cada portería, en el Martínez Valero, en un duelo trepidante en el que los protagonistas, paradójicamente, salieron todos del estadio con el gesto torcido y con la sensación de que habían dejado escapar dos puntos.

Los franjiverdes, porque, con 3-1 a favor, permitieron que el Nàstic se pusiera 3-4, en doce minutos de verbena en el aspecto defensivo, mientras que el conjunto catalán se adelantó en dos ocasiones en el marcador y no supo matar al Elche cuando lo tenía todo a favor.

Los dos entrenadores se tiraron de los pelos, los futbolistas se lamentaban de los errores defensivos y el reparto de puntos no satisfizo los deseos de uno y otro contrincante. En eso existió unanimidad total, cuando el colegiado asturiano Pablo González Fuertes pitó el final del encuentro. El vaso lo vieron todos medio vacío, tras un partido vistoso en el que los delanteras se impusieron a las defensas.

La faltó templanza y saber estar al equipo ilicitano para mantener el 3-1 a su favor. Con el 3-2, que llegó gracias a un penalti, que Pedro pudo evitar, porque sacó a pasear el brazo en una falta directa, a los franjiverdes les entró el pánico. Se hicieron un equipo pequeño y timorato metiéndose atrás y permitiendo que el rival le diera la vuelta a la tortilla. Al menos, con todo perdido, se supo reaccionar y el Elche terminó en el área del meta rival Saja. Pero, en Segunda, recibir tantos goles es sinónimo de sufrimiento y así lo dejó claro tras pasar por la ducha Nino.

El Nàstic comenzó golpeando primero, con una diana de ÁlexLópez, en el minuto 12. Pero, los locales le dieron la vuelta al marcador con dianas de Nino, minutos 15 y 18, y de Matilla, 62. Seguidamente, llegó el arreón visitante y Tejera, Álex López y Assoubre batieron a Juan Carlos aprovechando el desconcierto de su rival.

Los ilicitanos no se vinieron abajo a pesar de verse superados de esa forma por el Nàstic y, en el 78, Dorca puso el empate a cuatro en el electrónico. De ahí al final, con Liberto por banda izquierda, que sustituyó a Pedro, el Elche pudo incluso hacer el quinto, pero le faltó un poco de suerte para conseguirlo. Un disparo de Correa, en el 89, rozó el palo de Saja y el balón terminó fuera por muy poco, cuando en la grada ya se cantaba el gol del pacense.

El fútbol lo hacen los jugadores y los sistemas y estilos futbolísticos valen para poco si los protagonistas no muestran sus capacidades sobre el terreno de juego.

Un Hervías, eléctrico, vertical y desequilibrante y un jugador total como Nino, que fueron ayer titulares, tras unas semanas con problemas físicos, resultaron determinantes a la hora de cambiar la cara al conjunto ilicitano.

El Elche, como había prometido Toril en la rueda de Prensa del viernes, tuvo más hombres por delante del balón que en los últimos encuentros y eso favoreció al equipo en sus llegadas al área rival. Pese a ello, el Nàstic pareció salir mucho más enchufado y se adelantó en el marcador. Ese accidente no mermó la idea del equipo ilicitano que desarboló a su rival por las bandas y fue capaz de hacer dos goles antes del descanso. El partido estaba del lado franjiverde.

Tras el paso por la caseta, el Nàstic supo llevar el partido al barro, aprovechando la permisividad del árbitro, que en el minuto 54, perdonó la segunda cartulina amarilla a Bouzón tras propinar un golpe en el pómulo a Nino, que tuvo que ser atendido en la banda por el doctor César Quesada.

Los catalanes lograron desestabilizar al Elche con ese fútbol físico y subterráneo y en el 60, tras un error de Pedro, Uche perdonó delante de Juan Carlos.

Dos minutos más tarde, Matilla lograba colocar un balón por toda la escuadra, al ejecutar de manera magistral una falta directa. El 3-1 subió al marcador y parecía que todo estaba controlado. En ese momento, el Elche perdió la cabeza y lo pagó muy caro.

Un 4-4 queda bien para las estadísticas, pero como muy bien dijo Vicente Moreno, técnico del Nàstic, meter cuatro goles y no ganar es un delito, sobre todo en Segunda División.