El duelo inédito protagonizado ayer por UCAM de Murcia y Elche en el estadio de La Condomina terminó en tablas (1-1). El punto puede ser bueno para los franjiverdes, dados los méritos de ambos equipos en el campo de batalla, pero sabe a poco porque los ilicitanos se pusieron por delante en el marcador, en el minuto 9, gracias a un autogol de Fran Pérez, al que acosó Nino, pero se dejaron igualar en la segunda mitad, en el 69, por mediación de Jona.

Una vez más, los blanquiverdes sufrieron una especie de cortocircuito que los inutilizó futbolísticamente durante minutos y que dio opciones al rival para que lograra la igualada y le quitara los tres puntos que ya tenía muy cerca de sus manos. Ganar fuera es complicado, recalcó Toril en su rueda de Prensa en el estadio del equipo universitario, pero también es cierto que al equipo le faltó templanza y físico para redondear su faena y, al final, terminó pidiendo la hora para evitar que la herida fuera todavía más grande.

El técnico andaluz salió dispuesto a que su equipo fuera el propietario del balón y colocó Álex Fernández en el doble pivote junto a Dorca, mientras que Matilla retrasó un poco la posición. Apostó por el centrocampista madrileño en lugar de Guillermo y puso a José Ángel, como compañero de Pelegrín, en el centro de la defensa con el fin de tener una mejor salida con balón desde atrás.

Las cosas salieron bien desde el principio y pronto llegó el gol. Todo se ponía a favor y parecía que los franjiverdes habían aprendido la lección de los errores cometidos a domicilio en Girona, en el anterior partido liguero lejos de su estadio.

El UCAM se vio obligado a abrir líneas en busca del empate e, incomprensiblemente, al Elche le faltó tranquilidad para llevar el partido hacia donde quería. Estuvo impreciso en la salida del balón y durante muchos minutos Matilla jugó demasiado alejado del centro del campo y el enlace con Nino no funcionó.

El equipo ilicitano pierde fluidez cuando su centrocampista referencia cede metros y le toca salir desde atrás. Perdió por momentos el norte, máxime cuando Álex Fernández fue diluyéndose con el paso del partido y la sincronización en la medular no era la deseada.

Tras el descanso, en el minuto 52, Matilla tuvo en sus botas el segundo gol franjiverde. El balón le botó de forma defectuosa dentro del área pequeña, donde estaba solo, y no acertó a golpearlo. El partido pudo cerrarse en esa jugada.

Toril quiso dar un golpe de timón y metió una nueva marcha al duelo situando a Guillermo arriba, junto a Nino, volviendo al habitual 4-4-2, mandando a Álex Fernández a la caseta. El preparador cordobés movió ficha para romper con la superioridad del rival en la medular.

Ante la falta de fluidez en sala de máquinas optó por los balones largos al jugador vasco, pero el equipo siguió estando impreciso y sin la chispa física de la primera mitad. Es cierto que Guillermo tuvo un par de ocasiones en las que se pudo ir de sus marcadores, pero en la pugna con los centrales salió perdiendo.

El UCAM hizo cambios ofensivos y encontró una vía de acceso al área de Juan Carlos por la banda defendida por Noblejas. El madrileño no acertaba a cerrar esa vía de agua y el equipo sufría para mantener el acoso rival y el barco en pie.

Cuando parecía que el UCAM era incapaz de lograr el empate, que sus argumentos ofensivos entraban en un déficit, llego el gol de Jona, en el minuto 69 y tiraba por tierra las ilusiones de los franjiverdes. Juan Carlos despejó un disparo de un rival y Jona, muy atento, de cabeza, hacía el 1-1.

De ahí al final del partido tocó sufrir. Los locales fueron a por el encuentro y Vicente, en el 86, tuvo en sus botas el gol del triunfo, pero su disparo lo mando a córner de manera milagrosa un felino Juan Carlos. El cancerbero blanquiverde sacó con su manopla en última instancia y evitó el 2-1.

Lolo saltó al campo para cerrar un partido que se estaba complicando por minutos. Como diría aquel filósofo futbolístico, que lo que no se puede ganar en 87 no se pierda en tres.

Al final, se logró empatar un partido que se tuvo ganado y se pudo perder. Este Elche en construcción combina momentos de lucidez con apagones increíbles que ensombrecen todo lo bueno realizado anteriormente. El técnico busca siempre ir de cara y eso lo agradece la afición, pero faltan muchas cosas que mejorar, sobre todo el aspecto físico. Como diría el castizo: «No se ganó Zamora en una hora». Tiempo al tiempo.