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El hijo del comunista

Alcaraz, hijo del secretario general del PCA, apostó por la magia del fútbol desde niño, aconsejado por su abuelo, mítico jugador nazarí

El hijo del comunista

El fútbol ya le corría por las venas al nacer. Su abuelo, José Manuel González fue emblema en una de las defensas míticas del Granada de los 70, la que formaba con las leyendas Floro y Millán. Él se encargó personalmente de desarrollar el gusanillo en el pequeño Lucas. En el contacto diario con los míticos jugadores del conjunto nazarí germinó el deseo irrefrenable de Lucas Alcaraz Lucas Alcaraz(Granada, 21 de junio de 1966), nuevo técnico franjiverde, de ser jugador profesional.

A su padre, Felipe Alcaraz, el político vinculado de por vida al Partido Comunista, seguramente le habría gustado que la carrera de Lucas hubiera seguido otros derroteros, pero el abuelo se llevó al nieto a su terreno.

Lucas Alcaraz siempre soñó con ser jugador de fútbol, pero fue en los banquillos donde logró su objetivo. «Era más fácil llegar donde yo quería como entrenador que como futbolista», suele comentar el que será preparador franjiverde las dos próximas campañas.

Precoz para dirigir al Granada con tan solo 30 años. Demasiado joven para comandar, con 36, al Recreativo de Huelva en Primera División, al que había ascendido y luego llevó a disputar la final de la Copa del Rey en el estadio Martínez Valero, el técnico andaluz ha tenido una trayectoria brillante.

Aquel bisoño entrenador que en 24 horas tuvo que pasar de comandar el filial del Granada al primer equipo se ha hecho mayor. No obstante mantiene las mismas ganas por el fútbol que le inculcó el mítico González. La misma que le llevó a entrenar a Grecia y ha viajado a lugares tan distantes de la geografía nacional como Santander, Murcia, donde logró un ascenso a Primera, o Jerez, sin olvidar su regreso al equipo nazarí en la máxima categoría o la última experiencia en el Levante, equipo que lo destituyó antes de Navidad.

Su etapa en el paro duró poco tiempo y se distrajo viendo partidos sin cesar, a través de la televisión y en su portátil, visitando distintos paises y dando charlas.

Con su porte escuálido de siempre, ahora con más canas, aborda el reto de dirigir al Elche con la mente despejada y la maleta llena de ilusión. Este corredor de fondo, que suele ir cada mañana a practicar runnig, llega de la mano de Ramón Planes, que le miró a los ojos y le convenció para que aceptara su proyecto y, de esta manera, poder revivir la temporada y media que vivieron juntos hace ya demasiado tiempo a orillas de la playa de El Sardinero, con el Racing.

Mati y Luquitas, aliados de Planes

El director deportivo franjiverde tuvo buenos aliados para convencerle. La mujer de Lucas, Mati, hija de Miguel Prieto, que durante años fue presidente de la Federación Granadina de Fútbol, y, sobre todo, el pequeño Luquitas, mellizo de María. Su hijo, que últimamente se había acostumbrado a que papá estuviera en casa, bien para llevarle a Alhendín para jugar con otros chicos de la escuela que apadrina o para acudir los fines de semana a estadio de Los Cármenes, no quería que se fuera lejos. Con esos aliados, hacerle olvidar la mareante oferta de un equipo de Dubai, que se quedó perdida en el armario, fue sencillo. No lo ha dudado mucho y llega con unas ganas tremendas de conseguir que el Elche sea un equipo grande. Sabe que junto a Planes y al consejero Juan Contreras va a poder crear un proyecto ilusionante.

En las distancias largas parece excesivamente seco, un típico cara vinagre, pero cuando se desnuda interiormente, Lucas Alcaraz siempre se ha visto vestido de luces como un torero, su gran pasión frustrada. En el Elche desea hacer una gran faena, semejante a la que pudo brindar en Murcia y Huelva, equipos a los que llevó a Primera División, pero siempre partiendo de la solidez defensiva y del partido a partido. Alcaraz es la primera piedra de un proyecto que se presume ilusionante.

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