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Rubén Baraja

El método del técnico castellano

Rubén Baraja tiene un método y piensa seguir con él hasta el final

El método del técnico castellano

La prensa madrileña confesaba el domingo que «el Lega no fue el bloque seguro, alegre y frenético que solía». Incluso se titulaba la crónica afirmando que «el Elche atasca al líder». Se insistía en que desde el principio se pudo ver que «no era el día de claridad en el juego, ni en el pase de los locales. Los pepineros se estrellaban una vez tras otra en la tela de araña tejida por Rubén Baraja.

En suma, se incidía en los deméritos del Leganés, pero, a la vez, se ensalzaban las virtudes de un conjunto franjiverde que fue capaz de oscurecer el fútbol preciosista y de chispa de los dirigidos por Garitano. El más vistoso, a juicio de los entendidos, de la categoría.

Con el regreso de Armando al centro de la defensa, la intensidad defensiva franjiverdeganó en enteros y el rival apenas pudo entrar por el centro. Además, por los laterales, Isidoro y Noblejas, que regresaron al once, cerraron todas las incursiones de los mediocentros más dinámicos y goleadores de la Liga Adelante. Este trabajo comenzó desde la portería, bien defendida una vez más por Javi Jiménez, hasta Sergio León, que además de buscar el gol se multiplicó en labores de contención.

Rubén Baraja consiguió que el Elche no se saliera de su guión y fue el equipo que quiere, circunstancia que no puede decir el Leganés, que no fue el líder deseado y no pudo con los franjiverdes.

Guste o no, el preparador castellano tiene un método y lo cumple a rajatabla. No mete a todos sus jugadores atrás, porque sabe que sería un suicidio, pero tampoco los manda al ataque, porque entonces se le podían ver las vergüenzas. Apuesta por un doble pivote defensivo y quiere gladiadores como Álvaro que ayuden en la tarea de anular al rival. Intenta tener todo controlado, que el partido transcurra sin sobresaltos, para, a continuación, tratar de explotar los errores de los rivales con un hombre como Sergio León que no perdona en el área o con el desequilibrante Álex Moreno.

Cuando juega en el Martínez Valero resulta aburrido su fútbol, porque apenas llega al área rival, pero su equipo está concebido para sumar y llegar a los 50 puntos y con ellos conseguir la permanencia. A veces, concede alguna gracia al respetable, pocas, y sitúa a Espinosa por el centro, como enganche, en lugar de por las bandas, pero el talaverano no termina de adaptarse al sistema. Su fútbol es más de toque y no asimila el método de Baraja. Podría ser una pieza fundamental en las labores de enlace de Sergio León, pero le cuesta estar en el sitio indicado en el momento exacto.

El fútbol de este Elche no es vistoso y no lo va a ser nunca hasta que no se llegue a los 50 puntos. Quizás, entonces, se decida a dar un paso adelante el técnico, pero, de momento, prefiere ser sumamente práctico y no conceder ningún brindis al respetable.

Insiste en su discurso un día sí y, al otro también, no engaña a nadie, aunque ya el pasado viernes, en la rueda de Prensa previa al partido en Leganés, reconoció, que todavía «queda un mundo» y advirtió que «los equipos que lleguen frescos de mente al final de la competición tendrán un plus». En esa tarea de beber la pócima mágica insiste en el partido a partido y, en lograr la permanencia, para no presionar más allá del objetivo marcado, a sus jugadores. Cuando se llegue a esa cifra que te permite seguir una campaña más en Segunda el equipo está capacitado para hacer un buen final de competición consciente de que todo lo que logren será positivo.

Está en juego, no solo el futuro del club, sino también el de muchos jugadores de la plantilla que llegaron al Elche en verano con deseos de reivindicar su fútbol, después de un paso por el diván, para volver a poner su nombre en el panorama futbolístico español.

El método de Rubén Baraja es aceptado por la mayoría de sus discípulos, desde los más veteranos a los más jóvenes. Basta escuchar las ruedas de Prensa para comprobarlo. De ahí, que cada vez que se les menciona que les falta ambición muestren su disconformidad, a veces su ira. Claro que cuentan con el deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama, dícese ascenso a Primera División, pero tienen los pies en el suelo y el partido ante el Real Zaragoza es su próxima estación. Son fieles al método de Baraja.

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