El Elche logró un punto de oro en el Municipal de Butarque ante el líder Leganés. El empate a cero refleja lo visto sobre el césped. En el estadio más complicado de la Liga Adelante, los franjiverdes consiguieron que el rival no fuera el de otras tardes y que sus llegadas al área rival fueran mínimas.

Es verdad que a los ilicitanos no les dio para llegar a las postrimerías del meta Serantes con peligro, pero también es cierto que jugaron a lo que propone Baraja y la apuesta le salió bien. Además, terminaron el partido en el área rival ante un Leganés que tuvo miedo a perder y optó por conformarse con el punto.

Se supo, en esos momentos, defender lejos de la portería de Javi Jiménez, y en un par de contragolpes se rozó el milagro. Los que perdieron aquella promoción de ascenso en el antiguo Butarque, frente a los pepineros, incluso llegaron a soñar con saborear la venganza deportiva, pero, al final, todo quedó en tablas y habrá que esperar a otra oportunidad. El coliseo madrileño sigue siendo gafe para los franjiverdes: Nueve visitas, cuatro derrotas y cinco empates con el de ayer.

Esto es la Segunda División y así maniobran la mayoría de los equipos que en ella compiten. Es cierto que ese fútbol no gusta, que a buen seguro que Johan Cruyff, desde allí arriba, apagó el televisor, pero en los suburbios del fútbol de la Liga Adelante el frac queda para otros. De hecho, aquel Leganés que gustó tanto por su juego en la primera vuelta en el Martínez Valero, ha pasado a mejor vida.

Con la presión de tener que ganar los partidos para lograr el sueño del ascenso, se ha quedado atenazado y el Elche le supo coger la medida. El mago holandés, en un golpe más terrenal, también llegó a decidir en su día, que cuando no se puede ganar, empatar tampoco es malo y el Elche hizo buena esa premisa. A los franjiverdes les dio para sumar un punto y su trabajo no merece ningún tipo de reproches.

En el duelo entre el mejor portero de Segunda y el máximo realizador, Serantes y Sergio León, salió ganador, si nos atenemos a los números, el meta vasco, que dejó su portería a cero. Pero, también es cierto, que no tuvo ningún mano a mano con el cordobés, que estuvo demasiado solo adelante.

Rubén Baraja introdujo cuatro cambios en el once inicial. Varió los dos laterales, Isidoro y Noblejas sustituyeron a Caro y Álex Martínez. Espinosa jugó por el centro, por detrás de Sergio León, en lugar de Héctor, mientras que Armando, la cuarta novedad, jugó en el centro de la defensa, con Lolo en el doble pivote, ocupando la plaza del lesionado Cristaldo.

La primera parte tuvo un carácter defensivo y en el que las áreas estuvieron ausentes. Apenas se pisaron. El balón no apareció en ellas, como aquel visitante que no pasa de zaguán cuando va a ver a un amigo. No quiere molestar más y se va.

Tan sólo, en esos 45 minutos, un disparo de Ruiz de Galarreta, desde fuera del área, que despejó Javi Jiménez, en el minuto 16, y, un remate de cabeza del Álvaro, en el 28, que se marchó fuera por muy poco.

El líder Leganés no fue el equipo esperado, mientras que el Elche, guste o no, jugó según su guión, al dictado de Rubén Baraja. Supo maniatar a los madrileños, pero, a partir de ahí, no conectó ningún contragolpe sobre el área rival y, a balón parado, tampoco le dio para desequilibrar la contienda. El punto le supo a gloria con esos argumentos. Pensar en otra cosa quizás sea un error o creer en una entelequia que confunde y no lleva a ninguna parte.

Tras el descanso, no varió la partitura. El Leganés empujó algo más, pero, salvo un disparo de Borja Lázaro, que propició una gran intervención de Javi Jiménez, poco más que apuntar en la libreta de un Garitano demasiado protestón en el banquillo, que no supo hincar la uña en la tupida tela de araña que tejió la escuadra del preparador castellano.

El conjunto madrileño quiso, pero no pudo con el orden franjiverde. Mientras tanto, en la recta final del duelo, Baraja trató de oxigenar al equipo dando entrada a Hugo Fraile y Héctor, por un cansado Álex Moreno y un Espinosa que no entró nunca en el ritmo del partido. El fútbol que se practica en esta categoría penaliza a los exquisitos como él, pero también es cierto que el talaverano se pierde muchos minutos en un laberinto en el que el balón no está. Debe aportar más cosas.

El punto final, muy trabajado, hay que considerarlo como bueno. Sería fenomenal acompañarlo con un triunfo el próximo sábado frente al Real Zaragoza en el Martínez Valero, pero eso ya es harina de otro costal.