El Elche recibió ayer en el Carlos Tartiere un castigo que no merecía. El 3-0 final a favor del Oviedo no refleja lo visto sobre el campo.

Es cierto, que los asturianos tuvieron 35 minutos muy buenos en los que acumularon ocasiones para decantar el partido de su lado, pero, a partir de ese momento, los franjiverdes pudieron nivelar la contienda y solo les faltó un poco más de mordiente para conseguir incluso la victoria. Los errores penalizaron demasiado a los pupilos de Baraja.

El primer gol de Koné llegó tras una perdida de balón absurda de Álex Martínez. Susaeta se llevó el balón y su centro lo remató dentro de la red Koné. La segunda diana rival también llegó precedida de un error, en esta ocasión del auxiliar. Koné encima, en posición de fuera de juego, a José Ángel, que se mete el balón dentro de su portería. El árbitro lo anuló, pero el auxiliar corrió al centro del campo y permitió que subiera al marcador ante la desesperación de un Baraja, que fue expulsado. Y el tercero, de Hervías, llegó ya con el tiempo cumplido y con un Elche que ya había bajado los brazos.

El 3-0 final es inamovible, pero no refleja lo visto sobre el césped. El Elche trabajó para conseguir otro resultado, pero en esta ocasión los errores le castigaron de forma muy severa.

De menos a más. Los ilicitanos salieron timoratos al campo, como estudiante que se presenta a un examen con la lección entre alfileres, compitiendo con el empollón de turno que llegaba crecido después de once jornadas sin conocer la derrota. La de ayer fue la duodécima.

El Oviedo salió a un ritmo endiablado y superó a los franjiverdes con llegadas al área y ocasiones en las botas de Toché, que tuvo un par y no supo aprovechar. El conjunto astur era un auténtico vendaval.

El Elche no mostraba seguridad por el centro de la defensa, con un José Ángel demasiado exigido después de tanto tiempo lesionado y, un Álex Martínez al que Johannesson le supera con facilidad por su carril. Fueron minutos trepidantes de los propietarios del Carlos Tartiere, ante lo que el Elche sólo pudo aplicar la pócima del sufrimiento y el trabajo.

En el doble pivote, Erice y Vila, ganaban la partida al dúo franjiverde integrado por Lolo y Pelayo y parecía imposible salir de aquella situación. El asedio rival era constante.

Los ilicitanos nunca perdieron la fe en sus posibilidades y supieron aguantar el chaparrón, tanto atmosférico como futbolístico, como pudieron. No les quedó otro argumento.

Como diría el hombre de campo, después de la tormenta, siempre escampa, y el Elche fue capaz en la recta final de la primera parte de ajustar mejor las marcas, Lolo cogió el mando en la medular, y el equipo se equilibró. Al Elche le dio al menos para frenar a un Oviedo que fue perdiendo fuelle. Lo de llegar al área de Esteban ya era otra historia. La manta franjiverde sólo daba para tapar los pies, pero no la cabeza.

Baraja apostó de inicio por Lolo en la medular, en lugar del sancionado Mandi, para acompañar a Pelayo en el doble pivote. José Ángel regresó al equipo para ejercer de central, mientras Espinosa se quedó en el banquillo, con Hugo Fraile y Álex Moreno por las bandas.

El arranque no fue bueno, pero al descanso se llegó con un equilibrio de fuerzas que hacía presagiar una segunda mitad intensa y con posibilidades de hacer daño al equipo norteño.

La segunda mitad comenzó con los dos equipos muy parejos en el campo. El Elche supo llevar la contienda al minuto 70 donde él quería, con posibilidades de matar en alguna contra, a partir de ir creciendo alrededor del balón con Espinosa y Cristaldo en el campo.

Pero, cuando parecía que todo se ponía de su lado, Álex Martínez cometió un error infantil en la salida de un balón que aprovechó Susaeta para llevárselo y ponerlo en el área. Allí, el recién salido al campo Koné, no perdonó.

Un minuto más tarde, en el 76, Isidoro llegó hasta la línea de fondo, pero su pase de la muerte lo interceptó un atento Esteban, con Sergio León esperando para marcar el gol del empate. Y de las posibles tablas se pasó al 2-0. De nuevo, Koné abrió un poco más la herida franjiverde con la ayuda de un auxiliar, que no levantó la bandera cuando el punta del conjunto asturiano estaba en claro fuera de juego, y de José Ángel, que se metió el balón dentro.

Para colmo de males, Hervías, que acababa también de salir al campo, hizo el tercero en el tiempo añadido en un momento donde los franjiverdes ya solo lloraban sus penas.