El gol de Rodri, en el minuto 89, dejó completamente helados a todos. El Elche perdió dos puntos que tenía ya en su zurrón cuando el duelo tocaba a su fin. Un negado Rodri, lo había intentado sin suerte una y mil veces, logró por fin batir a Javi Jiménez tras rematar un balón al fondo de la portería en el segundo palo. Álvaro había adelantado a los franjiverdes, en el 64, el meta riojano estuvo inconmesurable bajo los palos en medio del diluvio que caía sobre el Nuevo Zorrilla, pero no pudo evitar que el balón entrara al final dentro de la red.

Sabe mal recibir un gol, mucho más cuando ya se tiene todo en la mano, sobre todo, porque el empate llegó después de un despiste a la hora de defender un córner, que se sacó en corto, no existió la intensidad que hay que tener cuando el reloj toca a su fin y el castigo fue quedarse con un punto.

A fuerza de ser equitativos, el empate hay que considerarlo justo, Javi Jiménez fue el mejor de los franjiverdes, con paradas de auténtico mérito, pero cuando el partido lo tienes en tu mano hay que ser más listo para que no ocurra lo de ayer. Si se ha sabido llegar vivo al final del encuentro, no se puede tirar por tierra todo el trabajo por un despiste y un fallo de concentración. Cuesta mucho sumar puntos como para regalarlos de esta manera cuando los tres parecían estar subiendo al autobús.

La lluvia, que embarró el campo, el frío y los pocos argumentos futbolísticos de ambos equipos, dieron como resultado una primera parte soporífera en la que el fútbol pasó de largo y se quedó al lado del fogón de su casa, calentito. Pasar por el denominado campo de la «pulmonía» no estaba en su orden del día.

El Elche quiso de inicio, pero se perdió en un desorden de ideas que dejaron a Kepa como espectador de lujo. Apenas se llegó a su balcón. Por contra, el conjunto castellano no hizo nada, pero a la contra, dispuso con hasta tres claras ocasiones de marcar en las que Javi Jiménez, el único inspirado del equipo franjiverde, evitó que el balón subiera al marcador y los castellanos se adelantaran en el marcador. El exportero del Valladolid dejó bien claro que está en un gran momento de forma. Además, en un centro-chut de Chica tuvo la suerte de ver como el balón lo repelía el larguero.

La llegada del descanso fue lo mejor que pudo suceder después de 45 minutos para olvidar.

Baraja «revolucionó» su once inicial y a los cambios obligados de Álex Martínez y Pelayo, que cubrieron Noblejas e Isidoro, sumó los de Samu y Álvaro, que dejaron en el banco a Álex Moreno y Héctor.

Además, hubo también una sustitución de fichas en el tablero futbolístico del equipo. Lolo pasó al centro del campo, para ocupar la plaza del sancionado Pelayo, Caro regresó a su posición natural, formando con Armando el dúo de centrales, Isidoro jugó de lateral derecho y, el debutante Noblejas, estuvo en la izquierda.

Este equipo salió decidido a tener el balón, pero ni el campo, ni mucho menos sus ideas, permitieron que el Elche llevara la batuta del partido. Además, el Valladolid tampoco está para muchas historias y apenas aportó nada. Algo de empuje y varias contras que no lograron superar a un seguro Javi Jiménez.

Tras el descanso, el Elche pareció salir al campo mucho más enchufado y con las ideas claras. El partido se rompió por momentos y en medio del diluvio los franjiverdes parecían encontrar más huecos para llegar al área de Kepa. Espinosa, en el 48, se plantó solo delante del meta castellano y no supo batirlo. A continuación, Samu se mostraba excesivamente lento en una contra en la que tenía ventaja.

En esa dinámica, Baraja dio entrada a Álex Moreno y el equipo mejoró por la banda izquierda. Enseguida llegó el gol de Álvaro, tras una buena jugada de Sergio León, que ponía a los franjiverdes por delante en el marcador.

Al Valladolid no le quedó otra que lanzarse sobre el área de Javi Jiménez, pero el meta franjiverde abortó todo intento de igualada e iba para ser santificado por su actuación cuando a falta de un minuto para el final Rodri, por fin, batió al exmeta blanquivioleta, cuando ya nadie daba un euro por los locales y el Elche saboreaba el triunfo. Todo quedó en agua de borrajas. En esta categoría no se pueden dar estas facilidades al rival y cerrar los partidos es fundamental. El 0-1 era un premio tan grande que se debió defender con uñas y dientes. Al final, todo el mundo se quedó helado.