El Elche volvió a ser el de principio de temporada. El empate que mostró el marcador al final del duelo ante el Tenerife no es el reflejo de lo visto sobre el campo. Su primer tiempo resultó brillante, se crearon hasta cinco ocasiones claras de marcar, su portero Dani Hernández lo paró todo, incluso un penalti a Sergio León, en el minuto 25, y lo que es mejor, mostró unas virtudes futbolísticas que habían quedado en el olvido desde que apareció el miedo tras las heridas sufridas en las batallas ante Llagostera y Mirandés.

El equipo volvió a crecer alrededor del balón, su mejor virtud, y aunque sólo se sumó un punto la afición despidió al equipo con una ovación. Fiel reflejo de que éste es el Elche que gusta a todos y con el que hay que ir hasta el final, sin dudas, ni complejos. Es cierto que el gol pasó de largo, pero, con estos argumentos futbolísticos, volverá a pasar para quedarse.

Se preguntaba Rubén Baraja, al final del partido en Albacete, lo siguiente: «¿No sé lo que hay que hacer para ganar un partido?». Ayer se encontró en la misma tesitura, pero, en esta ocasión, pudo comprobar de forma clara que jugando como ante el Tenerife las victorias llegarán pronto. Por el camino elegido en el Carlos Belmonte solo se llega a la mediocridad y este equipo, con sus defectos y virtudes, está diseñado para desarrollar un futbol de toque en un mundo como en el de la Segunda División, en la que domina el músculo.

La vuelta de Lolo al equipo se notó. A pesar de que jugó como central y no estar a tope físicamente, dio criterio a la hora de salir con el balón controlado de atrás. Futbolistas como Mandi y Pelayo dieron un paso adelante en su fútbol, por las bandas Martínez y Moreno llegaron hasta la línea de fondo y pusieron buenos balones en el área y, sobre todo, Espinosa volvió a ser «Espiniesta». Cada vez que el balón llegaba al mediapunta de Talavera daba la impresión de que iba a ocurrir algo. En el minuto 41, cogió uno, se fue de dos contrarios y su disparo rozó el palo izquierdo de Dani Hernández. Una muestra de su fútbol y calidad.

Desde el pitido inicial, Javi Jiménez no rifó nunca el balón y buscó a Lolo o Mandi para sacarlo controlado desde atrás. Una propuesta que no sólo gustó a la afición, sino también a los propios jugadores que comprobaron de nuevo que tienen fútbol para ir creciendo por este tipo de derroteros.

Los ilicitanos tuvieron ocasiones de todos los colores en esa primera mitad, sobre todo en una triple oportunidad en la que ni Álvaro, ni Pelayo pudieron superar a un gran Dani Hernández y, finalmente, el asturiano remató el balón a las nubes con toda la portería para él. De todas formas, la jugada clave se vivió en el 24. Sergio León tuvo la ocasión de batir al meta chicharrero desde el punto de penalti, pero el meta venezolano volvió a erigirse en el salvador de los isleños impidiendo que el balón perforara su portería. Dani Hernández volvió a aparecer, en el 45, tras un golpe franco lanzado por Álex Martínez que superó la barrera y parecía irse para adentro.

Tras el descanso, el Elche fue perdiendo fuelle a medida que el fútbol de Espinosa fue perdiendo su presencia de mitad de campo para adelante. Tuvo que ser sustituido por una sobrecarga.

Baraja lo intentó con Vergos, Cifu y Samu, pero el balón se mostró remiso a entrar en la portería contraria. El fútbol no quiso ser justo con el que más puso, pero al menos se encontró el camino.