El Elche regala el partido al Albacete sin ningún tipo de rubor dando una sensación penosa en el Carlos Belmonte. La peor de esta temporada. Los ilicitanos fueron un equipo sin alma y, ante un rival que deja jugar, carecieron de personalidad para imponer su estilo. Los manchegos se quedaron con diez jugadores, en el minuto 56, por la expulsión de Núñez, con el partido en tablas, y, a partir de ahí, los franjiverdes sufrieron un apagón futbolístico que les llevó a perder el encuentro con un gol de Jona en el minuto 84. Algo incomprensible en el que participaron los jugadores con su actitud y, el técnico Rubén Baraja, que no sólo no fue capaz de arreglar el desaguisado, sino que incluso colaboró a que fuera todavía peor.

Entre el «viernes negro» (en inglés Black Friday), primer día de rebajas navideñas, y el ciberlunes (Cyber Monday), que es una jornada dedicada a compras por Internet y se celebra hoy lunes después de Acción de Gracias, habrá que inventar algo para el domingo, jornada en la que el Elche sufrió un apagón tremendo de ideas y regaló los tres puntos a un Albacete que veía como bueno el empate y se encontró con todo el botín. Una jornada para analizar con detenimiento porque fallaron todos. Si la de Osasuna fue una victoria de entrenador, la de ayer, una derrota. Así de claro.

La Segunda División es dura, ganar cuesta sangre, sudor y lágrimas, pero la frescura futbolística nunca se negocia y, ayer, los jugadores del Elche perdieron los papeles y les pudo la responsabilidad de pensar que tenían que ganar sí o sí a un rival que se quedó con diez jugadores en la segunda mitad.

La ausencia de Espinosa, por una lesión muscular, provocó que inicialmente el Elche careciera del único jugador de la plantilla capaz de tirar del equipo hacia adelante y de buscar huecos para los delanteros Sergio León y Álvaro.

Baraja trató de contrarrestar esa baja con Pelayo en el campo en lugar de Mandi y Álex Moreno por banda. La ausencia del talaverano se notó en exceso, pero, al menos, el equipo supo frenar el ímpetu inicial del equipo local.

La primera parte fue una oda al miedo. Los dos equipos tienen un pacto con el balón y les gusta crecer alrededor de él. Sus argumentos futbolísticos son claros, pero ayer tanto Albacete como Elche apostaron por la pillería de dejar que el rival se lanzara sobre el área rival, para, a continuación, sorprender a la contra. Buscar el fallo del rival como principal baza, a partir de la solidez defensiva. En ese pulso, las defensas se impusieron a los ataques.

Rubén Baraja habló durante la semana de la paciencia y apelando a ello el Elche dejó discurrir el primer período. Sólo en la recta final el Elche pareció tener presencia en el balcón del área rival. Sergio León. Álex Moreno y Álvaro disfrutaron de tres ocasiones más o menos claras que no llegaron a culminar.

Tras el descanso, la tónica del partido no cambió muchos enteros y siguió por el camino de forzar los errores del rival. Todo pudo variar cuando, en el minuto 56, el colegiado expulsaba a Núñez, por doble amonestación, y el equipo de Luis César Sampedro se quedó con diez jugadores en el campo.

Baraja pasó a jugar con una defensa de tres, con Ilie en medio de Caro y Armando, y adelantó a Isidoro y Álex Martínez por las bandas. El Albacete se encerró atrás y el Elche parecía que podía llevarse el duelo. Fueron minutos en los que el partido parecía decantarse del lado ilicitano.

Pero, incomprensiblemente, a medida que los minutos avanzaron, el equipo franjiverde fue cayendo en la ansiedad. Quiso ganar sin jugar al fútbol y olvidando la paciencia, tan necesaria en esos momentos en los que el rival ya da por bueno el empate.

Además, Rubén Baraja no ayudó en los cambios, sino todo lo contrario. Fue variando piezas en su tablero y el equipo perdiendo su personalidad de forma incomprensible. El apagón resultó preocupante. Se quedó a medias, no fue capaz de tener el balón para ir a por los tres puntos, ni supo tener la intensidad que puso el rival con uno menos. Decía un futbolista que «quien no arriesga no gana, pero solo quien arriesga con cabeza, consigue ganar». Los ilicitanos se quedaron a mitad de camino, en el limbo reservado a los mediocres.

El Elche perdió la cabeza y al final encontró el castigo de un gol del rival en una buena jugada de Samu por la banda izquierda, que se fue de dos jugadores franjiverdes y su centro lo remató dentro Jona, que llevaba un minuto en el campo. No es cuestión de rasgarse las vestiduras, pero sí de aprender de los errores.