La celebración del clásico Real Madrid-Barcelona justo antes del encuentro del Elche y el horario tardío para ser un sábado se notó de forma considerable en las gradas del Martínez Valero. El coliseo franjiverde registró la peor entrada de toda la temporada y sólo 7.808 espectadores acudieron al encuentro, a pesar de ser un partido especial con el regreso de Bordalás, Pelegrín, Juli o Carpio a la que fue su casa.

Además, los aficionados entraron al estadio muy pocos minutos antes del partido porque estaban siguiendo por la televisión el choque entre madridista y culés.

Antes del comienzo del encuentro se guardó un emotivo minuto de silencio en memoria de las victimas del atentado de París de hace nueve días. En la curva norte se desplegó una bandera con los colores azul, rojo y blanco de Francias con el lema: «Elche con París». Durante el respetuoso minuto de silencio, por los video marcadores, se proyectó una bandera francesa con un escudo del Elche.

Los lamentables acontecimientos de París provocaron que se estremaran las medidas de seguridad y cualquier persona que entró al estadio, Prensa incluida, tuvo que sufrir la revisión de sus bolsos.

Uno de los alicientes del encuentro fue la vuelta de Bordalás y de su guardia pretoriana. Cuando, por megafonía, después de la alineación del Alavés, se nombró a al técnico alicantino se oyeron aplausos desde las gradas. El exentrenador franjiverde vivió con una motivación el encuentro. Estuvo siempre encima de sus futbolistas, incluso el árbitro le tuvo que llamar la atención cuando reclamó una jugada en la que Toquero, primero, y Juli, después, recibieron un golpe en el rostro. La cosa no fue a mayores y Bordalás supo guardar la compostura durante el resto del encuentro.

Por su parte, Pelegrín recibió alguna protesta de la grada cuando adelantó en un par de veces el balón para sacar una falta. Pero fue lances del juego y al final del choque todos los exfranjiverdes saludaron a viejos amigos.