Rock duro, mirada hacia París y un partido intenso que terminó con un justo reparto de puntos en el Anxo Carro. Ambos conjuntos hicieron méritos para ganar, estrellaron dos balones en los palos y, al final, los goles de Jonathan Pereira y Sergio León decidieron.

Con la niebla cubriendo el estadio lucense los protagonistas se fueron al vestuario con el sabor amargo de haber podido ganar el duelo, pero, a la vez, dando por bueno el empate. Cuando no se puede ganar, decía el filósofo del fútbol, cuyo nombre ni me acuerdo, bueno es el empate.

El rock de Siniestro Total y su mítica canción «Miña terra galega» amenizaron el calentamiento de ambos equipos. Paradójicamente, al Elche le sentó mejor la melodía y empezó mucho más metido en el duelo.

No se dejó llevar por la melancolía del poema «Negra sombra» de Rosalía de Castro que se escuchó durante el minuto de silencio previo al arranque del partido. «Cuando creo que te has ido, negras sombras...», escribió la poeta gallega. Bonito homenaje a todos los muertos inocentes de París.

La antesala del partido resultó emotiva y el duelo, muy intenso durante muchos instantes del encuentro. La mano de ambos entrenadores, Milla y Rubén Baraja, se notó en ambos equipos. Con sus defectos y virtudes, los dos contendientes lo dieron todo en el campo y encontraron como premio un punto.

El Elche hizo muchas cosas bien en la primera parte, pero un detalle, en el minuto 31, decantó el partido del lado lucense. Javi Jiménez despejó muy corto un balón al centro y Jonathan Pereira, sin marca, al borde del área, mandó el balón al fondo de la red. Tercero que le marca a los franjiverdes en su trayectoria como futbolista. Le hizo uno con el Racing de Ferrol en la temporada 2007-2008, repitió en la 2013-2014 con el Villarreal y, ayer llegó el tercero con el Lugo.

Los ilicitanos hicieron una propuesta futbolística acorde a su estilo de juego. Ilie y Pelayo comenzaron mandando en la medular, con Espinosa tirado a la banda derecha haciendo daño cada vez que tuvo el balón en los pies. El Lugo no parecía el de otras jornadas. El balón era franjiverde ante el asombro de todos.

Álvaro, Espinosa y Sergio León pudieron adelantar a los franjiverdes, pero fue Jonathan Pereira el que se llevó el gato al agua en el minuto 31. El Elche se vino por momentos abajo y no despertó hasta que, a un minuto del descanso, un zurdazo de Álvaro lo sacaba en última instancia José Juan. Una ocasión que ni pintada para haber llegado al tiempo de asueto con el empate. No pudo ser.

La igualada pudo llegar nada más iniciarse la segunda mitad, pero, en un mano a mano con el portero, Sergio León no acertaba a llevar el balón dentro. Parecía que el Elche salía con otros bríos, pero, en el 51, Sergio Marcos estrellaba un balón en larguero y, en el rebote, Javi Jiménez salvaba a los suyos al despejar un disparo seco de Iriome.

Esta jugada dio alas a los locales, mientras que el Elche pareció irse del partido. No tenía el balón, Ilie perdía protagonismo y Espinosa se veía obligado a hacer la guerra por su cuenta. El encuentro parecía estar más del lado gallego.

Rubén Baraja puso sobre el campo a Nono con la intención de recuperar el balón, pero los lucenses se cerraron detrás de su muralla y hacían inútil todo intento ilicitano de meterse en el duelo.

Pero, el fútbol, que a veces es muy caprichoso, fue generoso con los franjiverdes. En una jugada de toque, Samu metió un balón entre líneas a Sergio León, que en esta ocasión no perdonó. Le picó el balón a José Juan y consiguió el empate.

A partir de ahí ninguno de los dos equipos se conformó con el empate, buscó el segundo gol que le diera los tres puntos y, en el minuto 90, el Elche pudo tener el premio. En una jugada de estrategia, Hugo Álvarez estrelló en el larguero un balón, tras remate de cabeza, y Armando no acertó a meterlo dentro en el rechace.

El pitido final dejó a todos con un sabor agridulce, mientras la niebla cubría el Anxo Carro como si las meigas pidieran paso en la noche. El «Negra sombra», de la poetisa Rosalía de Castro, volvió a recordar que en París y en todo el mundo existe un luto que tardará en quitarse y tanto Lugo como Elche dignificaron una jornada complicada para todas las gentes de bien.