El Elche jugó a ganar en La Romareda y perdió. Así es el fútbol. El gol de Hinestroza, en el minuto 54, decidió el duelo. Maldito rebote. El balón lanzado por el extremo colombiano lo desvió Armando y despistó a Javi Jiménez. Era el momento en que la dinámica del duelo era de color franjiverde, los aplausos de La Romareda se iban convirtiendo en pitos hacia los suyos, pero, de forma fortuita, los maños se pusieron por delante en el marcador.

A partir de ahí, después de las cosas tan buenas que había hecho el equipo ilicitano, el conjunto de Baraja no tuvo el poder de reacción adecuado. También es cierto que el Zaragoza se atrincheró atrás y metió el partido en el cuarto oscuro sin importarle otra cosa que dejar pasar el tiempo y sumar otros tres puntos. Lo de crecer futbolísticamente lo dejó para otra ocasión y eso que su potencial es el que es. Pero la filosofía de Segunda está dominada por la racanería. A veces el fútbol es así de caprichoso e injusto.

El Elche quiso, pero no pudo. Ni la salida de Nikos Vergos dio otra marcha más a los franjiverdes y el reloj avanzó entre la satisfacción de unos (los maños) y la impotencia de los otros (los ilicitanos).

Ya, casi al final, el gol de Ortuño (2-0) fue una anécdota. Una contra mató de forma definitiva a los pupilos de Rubén Baraja, aunque la estocada se la dio un maldito rebote que originó el primer gol.

De un disparo al centro de la portería el conjunto aragonés encontró petróleo y superó a un Elche que hizo muchas cosas bien, pero al que le faltó recursos para remar contracorriente cuando el marcador se puso adverso.

El árbitro, sin que sirva de excusa, tampoco ayudó mucho y no midió a ambos equipos con el mismo rasero. Se le notaron tintes demasiados caseros.

En la primera mitad, Bono, primero y, Javi Jiménez después, evitaron que el marcador se moviera. El meta local le ganó un mano a mano a Sergio León, en el minuto 14, mientras que el riojano detuvo de forma magistral un disparo abajo, junto al palo, de Ángel.

El partido comenzó con dominio aragonés, ante un Elche atento en defensa que salió al campo intentando estar asociado con el balón. Costó unos minutos llegar a él, pero, a raíz de la ocasión comentada de León, los franjiverdes comenzaron a dominar en la medular con un Espinosa que cada vez que aparecía creaba el pánico en la defensa rival como si fuera plena noche de Halloween. Suyo fue el pase de gol al delantero cordobés.

El Real Zaragoza se fue encontrando cada vez más incómodo en el campo y las pocas veces que apareció la defensa franjiverde y el meta se mostraron un auténtico muro.

Tras el descanso, el Elche siguió a lo suyo sin complejos. Salió dispuesto a llevarse el triunfo hasta que se encontró con la fatalidad de recibir un gol en un rebote. Esta diana hizo mucho daño a los franjiverdes que, interiormente, vieron cómo se les podía marchar un partido que estaba de su lado.

Espinosa siguió luchando por encontrar pases de gol en la cerrada defensa rival y, en el minuto 84, pudo encontrar premio. Pero, en esta ocasión, Vergos, no acertó en el remate y al rebote Sergio León no llegó a tiempo. Una pena.

El Elche quiso, pero no pudo, pero este es el camino que hay que seguir. Una veces se gana y otras, como ayer, se pierde.