A pesar de ser sábado, con muchos comercios abiertos y que numerosos aficionados han aprovechado el puente para marcharse de vieja, los seguidores franjiverdes nunca fallan. Un total de 9.307 espectadores acudieron al estadio Martínez Valero y pasaron de la ilusión por recuperar el tono de las primeras seis jornadas a la resignación por una goleada con toda justicia y la justa victoria del Mirandés.

La afición del Elche empezó cantando con ganas el «Aromas Ilicitanos». Intentaron apoyar al equipo, a pesar de que desde el primer minuto se barruntaba que la cosa no pintaba bien. A poco que le diera el equipo, los aplausos aparecían. No faltaron los cánticos con Tebas, en el minuto 12.

En el descanso, con empate a cero, hubo algunos pequeños pitos, pero más aplausos. Con los dos primeros goles del Mirandés se hizo el silencio. El tanto de Nikos Vergos volvió a levantar la grada. Se paso de la zozobra a la ilusión por el empate. Pero duró poco tiempo porque, rápidamente, llegó el penalti, la expulsión de Javi Jiménez y 1-3. El encuentro estaba finiquitado y como se suele decir «el pescado estaba vendido».

Sólo quedó resignarse mientras llegó el cuarto.

Cuando el árbitro decretó el final del encuentro se comenzaron a oir a algunos pitos desde diferentes lugares de la grada, pero no fueron a mayores porque los seguidores franjiverdes, especialmente los que acudieron ayer, que son los más fieles eran conscientes de que de poco servían. Incluso apareció algún aplauso de ánimo porque la Liga es muy larga. El conjunto ilicitano ha sido capaz de albergar esperanzas en las seis primeras jornadas y, después de todo lo que pasó en verano, ahora, por dos partidos malos no se puede criticar a un grupo de jugadores que están intentando dar lo mejor de sí. Se quedó todo en una mala pesadilla de una tarde de otoño en la que un equipo humilde como el Mirandés sacó los colores al Elche.