Fueron cuatro, pero pudieron ser muchos más los goles que recibió el Elche a manos del Llagostera. El conjunto gerundense borró del campo al ilicitano gracias a su intensidad. Palabra que manejaron ayer a la perfección, en el Nou Estadi de Palamós, los pupilos de Oriol Alsina y que los de Baraja se la dejaron en el autobús. No llegó ni siquiera al vestuario. Auténtica cura de humildad.

En el fútbol hay una máxima: Si te arrugas, te comen y, ayer, a los franjiverdes les fagocitaron desde el primer minuto hasta el 90. Los ilicitanos salieron el viernes hacia tierras gerundenses y paradójicamente llegaron tarde al encuentro y, ya en el minuto 18 tenían el 2-0 en contra en el marcador. El propio Rubén Baraja dijo que habían llegado 30 minutos tarde al duelo. Fue generoso con los suyos, porque se equivocaron de autopista y terminaron en la calle del olvido.

Durante la semana, se estudió al rival, el técnico avisó de la forma de jugar del Llagostera, que la Segunda División no regala nada... pero sus alumnos prefirieron sufrirlo en sus carnes y se presentaron al examen sin bolígrafo. Así es imposible escribir la historia de un partido que tenía unos parámetros que seguir, que jamás supieron interpretar los ilicitanos.

El equipo se confundió desde el inicio en la forma de luchar contra las armas del rival y cuando se perdona, lo lógico, es que te vayas con las orejas bajas y la sensación de que jamás has estado en el campo. Nunca se ganaron las segundas jugadas, el rival siempre llegaba al balón antes y en defensa se era muy blando. Sin que sirva de excusa, el Llagostera también tuvo de su parte a un «Mateu Lahoz» particular, ya que Arcediano Monescillo permitió que los locales pudieran jugar al límite del reglamento. En el centro del campo, ni Mandi, ni tampoco Ilie, que sustituyó al lesionado Lolo, dieron la talla y, arriba, Sergio León luchó contra molinos de viento.

El arranque del Llagostera resultó impresionante. Antes del gol de Juanto, en el minuto 7, los catalanes ya habían tenido dos claras ocasiones de marcar. Luego, en el 18, en un error defensivo, llegó el 2-0 y el partido prácticamente quedó sentenciado.

Rubén Baraja trató de cambiar la imagen en el descanso y, como peor no se podía hacer, algo mejoró el Elche. La clave pudo estar en el minuto 60. Cuando el rival parecía bajar su nivel físico, Héctor y Sergio León tuvieron dos ocasiones para acortar distancias, pero, al final, el balón terminó fuera. Y, como sucede en fútbol, en apenas dos minutos, se pasó del posible 2-1, al 3-0, cuando Giva aprovechó un centro de Juanjo desde la izquierda para batir de cabeza a Javi Jiménez.

Con todo ya visto para sentencia, el Elche siguió tratando de enmendar el entuerto y, en el 76, el recién salido Nikos Vergos hizo el denominado gol del honor. Incluso, el griego, en el 83, tuvo en sus botas una buena ocasión para acortar distancias, pero, en la siguiente jugada, Benja hizo el cuarto. El propio jugador local estuvo cerca de firmar el quinto.

Toca hacer borrón y cuenta nueva. Esto es Segunda División y no vale con tocar bien el balón si no existe intensidad. El ejemplo lo tiene el equipo en el partido de ayer ante el Llagostera. Un rival que fue a 200 por cien durante todo el encuentro, los barrió porque nunca supieron elegir los caminos indicados para conseguir un resultado distinto. Toque de atención. La letra, con sangre entra y eso lo sufrió ayer en sus carnes el Elche.