El estadio de Los Cármenes sigue siendo un campo maldito. El gol de Jhon Córdoba, en el minuto 55, decidió un partido en el que al Elche le tocó luchar contra demasiadas circunstancias. «No mandé mis naves a luchar contra los elementos», señaló Felipe II al tener noticia de la derrota de la Armada Invencible en agosto de 1588. «Yo envié a mis naves a luchar contra los hombres, no contra las tempestades», insistió el monarca español. Un par de frases que pudo hacer suyas el técnico Fran Escribá al finalizar el duelo en la capital nazarí.

Tyton falló en el gol rojiblanco, es cierto, pero el árbitro extremeño Gil Manzano también puso mucho de su parte para que los puntos se quedaron en casa. Anuló un gol legal a Víctor, no pitó un penalti por manos y expulsó de forma muy rigurosa a Damián en el minuto 70. No era ni falta. Para colmo de males, en el 85, los ilicitanos se quedaron con nueve, ya que Pasalic se mareó y no pudo seguir cuando ya Escribá había hecho los tres cambios.

Se terminó con nueve y así ya fue imposible darle la vuelta al marcador, ante un Granada que lo tuvo fácil para volver a ganar en su estadio. No lo hacía desde el mes de agosto, cuando superó al Deportivo. Este Elche tiene la virtud de ser el teléfono de la experiencia de todos los descarriados y ayer sacó de su depresión al colista. Demasiadas cosas en contra para un equipo que camina por el alambre,

Gil Manzano la volvió a armar. El colegiado extremeño debía estar en la nevera por su actuación en el partido de la Copa del Rey entre el Atlético-Barcelona, pero incomprensiblemente el Comité de Árbitros le permitió estar en Los Cármenes, previo paso al castigo. El pasado miércoles no vio la bota lanzada por Arda y ayer volvió a equivocarse de manera grave. Anuló, en el minuto 23, un gol a Víctor que debió subir al marcador porque el mediapunta no estaba en fuera de juego, como señaló el colegiado a petición de uno de sus asistentes.

El Granada salió en tromba y en los primeros cinco minutos tuvo dos ocasiones de marcar. La intensidad nazarí propiciaba que a los ilicitanos les quemara el balón.

En esos momentos de zozobra, el Elche supo aguantar el empuje rival y, poco a poco, fue equilibrando la contienda. Pasó a tener más posesión que el rival y a jugar un poco con la ansiedad del rival.

Víctor pudo adelantara los franjiverdes, en el minuto 22, pero su remate de cabeza salió desviado. La jugada siguió y el centro de Aarón lo metió dentro de la portería el mediapunta catalán, pero Gil Manzano señaló fuera de juego. Inexistente.

Tras el descanso, el Elche salió mucho más enchufado que su rival y Edu Albacar a balón parado tuvo dos oportunidades para poner el choque de cara. El partido parecía estar más de lado ilicitano, pero en un servicio perfecto de Piti sobre Robert, minuto 55, el valenciano puso el balón en el área, Tyton no acertó a cogerlo y Córdoba, muy atento, metió el esférico dentro de la portería. Entró el balón llorando, pero entró, que diría el mítico Juan José Castillo, cuando retransmitía los partidos de tenis. El 1-0 fue un golpe bajo para el Elche, del que ya no logró levantarse. Jugar con el marcador en contra resulta muy difícil para este equipo y muchos más si en el 70 te quedas con un jugador menos. No contento con el gol anulado a Víctor, Gil Manzano volvió a convertirse en la pesadilla franjiverde y dejó a los ilicitano con 10 jugadores, tras mostrar una segunda cartulina, injusta, a Damián Suárez. No siguió el mismo criterio en la Copa del Rey con el Atlético a la hora de la tarjetas.

Fran Escribá trató de buscar la velocidad de Rodrigues, pero Piti se hizo dueño del centro del campo y los ilicitanos ya no fueron capaces de inquietar a Oier. Además, la lesión de Pasalic terminó por diluir todas las esperanzas del equipo de Fran Escribá. Demasiadas contrariedades para terminar con el embrujo nazarí. La leyenda continúa en tierras granadinas.