Muñiz Fernández (Bruselas, 1970), el «árbitro de la gomina», apadrinó ayer en Alicante de forma desinteresada un programa municipal sobre «Deporte y juego limpio». Retirado del arbitraje, pero en plena forma, Muñiz lleva con naturalidad que se le recuerde por el error del penalti a Pepe en el Elche-Madrid del año pasado: «Asumí bien esa decisión y sus consecuencias». Ahora dirige un restaurante en Gijón y reclama que se investiguen a fondo los posibles amaños en el fútbol.

Apadrina usted en Alicante un programa municipal sobre «Deporte y juego limpio» ahora que arrecian las sospechas de fraude y amaños de partidos en el fútbol español...

Esas noticias hacen un daño tremendo al deporte y al fútbol. Una vez que están la justicia y la Fiscalía por medio hay que intentar ir hasta las últimas consecuencias y que los responsables paguen por lo que hayan podido hacer. Y, a partir de ahí, intentar hacer borrón y cuenta nueva porque el deporte y el fútbol mueven a mucha gente y muchos niños y esta imagen del fútbol es muy dañina y hay que intentar erradicarla.

Esta investigación del Levante-Zaragoza supuestamente amañado, ¿es un caso aislado o puede estar generalizada la corrupción y la compra de partidos?

Espero que sea un caso aislado. Vemos que ocurre en otros países, pero esperemos que aquí no haya más y se vaya hasta el fondo de la cuestión para quitar esta mancha que perjudica la imagen del fútbol español, que es muy seguido en todo el mundo.

En síntesis, ¿qué entiende usted por deporte y juego limpio?

Quiero agradecer al Ayuntamiento de Alicante que haya pensado en mí para apadrinar este proyecto y quiero aportar mi experiencia de treinta años como árbitro, quince en Primera y siete como internacional. Quiero dar una idea limpia del deporte y recordar que a través del deporte debemos inculcar a los niños una serie de valores para ayudar a su formación como personas: respeto al contrario y al árbitro. Hay que dejar trabajar a los entrenadores y que los padres acompañen a sus hijos y disfruten, pero sin pasar de ahí.

¿Le duele que se le recuerde por el polémico penalti que pitó el año pasado en el Elche-Real Madrid y que no era?

No me duele nada. He arbitrado más de 300 partidos en Primera. En cualquier carrera deportiva siempre tienes cinco o siete partidos que te pueden marcar. Pasa también en automovilismo, en tenis... Y en el arbitraje todo se magnifica, sobre todo lo negativo, mientras que lo positivo se relega. Sé que ese partido dio muchas vueltas. El árbitro es consciente de que cuando pita a Madrid o Barça arbitra a trasatlánticos, a equipos con muchos seguidores y gran repercusión mediática. Cualquier decisión que tome, a favor o en contra, se va a magnificar. Yo fui consciente entonces de la decisión que tomé, de sus consecuencias y lo llevo perfectamente porque el árbitro está preparado física, técnica y psicológicamente.

¿Los árbitros favorecen a los equipos grandes en España?

En absoluto; ni a los grandes, ni a los pequeños. Los árbitros deben hacer su trabajo lo mejor posible. Se equivocan, como el portero, el entrenador o cualquier persona. Muchas veces los errores se repiten constantemente en la televisión y se magnifican. Muchas veces los errores de un jugador o entrenador son mayores que los del árbitro, pero no interesan. No conviene decirle a un técnico que se equivocó en un planteamiento. El árbitro está en el punto de mira y lo tenemos asumido.

¿Se sienten los árbitros como «cabezas de turco» en el fútbol?

No exactamente. Sabes a lo que te atienes. Cuando vas a una ciudad a arbitrar sabes que no vas a dejar contentos a los dos equipos. Lo más fácil es echar la culpa al árbitro porque hay muy poca autocrítica. No oímos a los entrenadores decir que se han equivocado en un planteamiento. También el futbolista le echa la culpa al balón, al campo o a otros factores. El árbitro sabe que si se equivoca se marcha a casa con el error en la maleta. Es triste pero es ley de vida.

En este macronegocio planetario del fútbol, ¿son ustedes los convidados de piedra?

Un jugador suplente que no juega ni un minuto gana más que un árbitro de Primera. El aspecto económico no cuadra. Está claro que la gente va a los estadios a ver a los futbolistas, pero el árbitro forma parte del negocio. El sueldo de los árbitros es importante pero no es acorde con la cantidad de dinero que mueve el fútbol.

Usted se ha pasado al sector de la hostelería. El arbitraje no da para vivir de las rentas...

El sueldo de árbitro es bueno pero tienes que dejarlo todo y dedicarte a ello en exclusiva.

¿Con qué recuerdos se queda de su etapa de árbitro?

Con muchos. He sido un privilegiado. De diez mil árbitros en España, sólo 22 llegan a Primera. Es un embudo y es muy difícil mantenerse. Me quedo, quizás, con el debut en Primera y como internacional, pero siempre intenté disfrutar.