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La crónica

Un convidado de piedra

El Elche sale ninguneado de la fiesta de bienvenida en Valencia a Peter Lim víctima de sus errores

Lombán, en el suelo, y Garry Rodrigues y Domingo Cisma levantan las manos ante varios jugadores del Valencia. SUPERDEPORTE

El Elche fue ayer en Mestalla el convidado de piedra en la fiesta del recibimiento al empresario Peter Lim. Al igual que aquel personaje que, en las comedias de intriga de la época de oro de la literatura española, acudía a las reuniones y no intervenía en ellas, ignorado por los anfitriones, a los franjiverdes le pasó algo semejante en Mestalla. Una obra de Tirso de Molina se titulaba «El burlador de Sevilla y convidado de piedra» (Representado ayer también en el teatro Rialto de Valencia. Paradojas de la vida) se podía aplicar a lo sucedido al equipo ilicitano. En este caso, el burlador fue de Pamplona y su nombre no es otro que el de Undiano Mallenco. El colegiado navarro no quiso estropear la fiesta del empresario de Singapur, que acaba de comprar al Valencia, y pasó por alto, en el minuto 8, un claro penalti cometido por Javi Fuego sobre Rodrigues. El caboverdiano encaraba la meta de Diego Alves cuando fue desequilibrado por detrás por el jugador valencianista. Un penalti y expulsión de libro que Undiano Mallenco pasó por alto. El colegiado navarro hace mucho tiempo que dejó de ser el árbitro valiente de sus primeros tiempos para convertirse en un político dentro del campo. Nunca se complica la vida y jamás planta cara a los grandes. Con ese campo de cultivo, el Elche lo tenía complicado con él y cuando llegó la jugada clave del partido no quiso mojarse. Lamentable.

¿Qué tiene que hacer este Elche para que los árbitros sean justo con él?, se pregunta el entorno franjiverde. Eso lo que se interrogaba también el director deportivo Víctor Orta cuando las cámaras de televisión le enfocaron después de la citada jugada. Sus gestos fueron evidentes.

El Elche salió con la intención de colarse en la fiesta valencianista, al más puro estilo de Mecano. Pero, ni siquiera tuvo la opción de asomarse a la puerta. Llegó con sus mejores galas a Mestalla, intentó plantarle cara al Valencia, se estiró buscando la portería rival, pero el portero de la discoteca, el árbitro, le impidió la entrada. A partir de ahí, llegaron los dos goles a balón parado, a la salida de sendos córnes, uno de la derecha y otro de la izquierda. En el primero, Mustafi remató de cabeza, sólo en el centro del área, y, en el segundo, Parejo, en el primer palo, la peinó para adentro. Minutos 12 y 18.

Eso también deben revisar, además de los errores arbitrales, Orta y todo el cuerpo técnico. Tanto visionar al equipo rival para recibir goles de esta manera.

Demasiado castigo para un equipo pequeño que vive en sus carnes comprobando que sus buenos deseos no le sirven para sumar puntos y su fútbol es demasiado previsible para sorprender a ningún rival cuando se pone por delante en el marcador. Este equipo no está creado para remar contra corriente. No tiene jugadores para ello.

A raíz del 2-0, el Elche vivió el resto de la primera parte en el diván del siquiatra. Comprueba un partido sí, y, el otro, también, que los rivales con la ley de mínimo esfuerzo le hacen daño, mientras ellos ponen todo su empeño en la pelea sin beneficio alguno. Sus golpes son de paja, mientras que los contrarios terminan por dejarlos K.O. con apenas dos rasguños.

Fran Escribá había optado por hacer cuatro cambios en el once inicial con relación a los que cayeron ante el Sevilla, pero las sensaciones fueron las mismas. Un querer y no poder, hasta llegar a pensar que salir de abajo de la tabla va ser complicado.

Tras el descanso, Álvaro salió en lugar de Coro, pero el panorama apenas cambió. El Elche apeló a la profesionalidad y el Valencia tampoco quiso apretar. Otamendi, en el 60, pudo hacer el tercero de cabeza, también gracias a la estrategia. En esta ocasión, Manu Herrera detuvo el esférico.

Estaba escrito. El tercero también llegó a balón parado en el minuto 63. Un córner botado desde la derecha , lo peinó en el primer palo Alcácer y tras rozar en Lombán se fue para adentro. Otro rasguño del rival que terminaba con el esférico dentro de la portería de Manu Herrera.

Sólo faltó, para completar la fiesta de la parroquia local que Álvaro Negredo, que debutó ayer con la casaca del Valencia en el minuto 83, hubiera convertido en gol la ocasión que tuvo en el 86. A buen seguro que Mestalla se hubiera caído y Peter Lim estaría encantado de haberse conocido.

Una cosa tiene este Elche, nunca baja los brazos y a pesar de la adversidad no se dejó ir. Era lo normal después de lo vivido sobre el campo. Al final, con el tiempo cumplido, a la salida de un córner, no podía ser de otra forma en este partido, Jonathas marcó de cabeza el gol del honor franjiverde, después de que unos minutos antes Cisma no acertara a batir a Diego Alves, tras una bonita pared con el delantero brasileño.

La enfermedad de este Elche es grave, pero no conviene rasgarse ahora las vestiduras. Existe el consuelo que a los competidores en la lucha por la permanencia también les cuesta sacar adelante los partidos. Ahora llega un calendario más asequible. La Primera es tan bonita que no se puede bajar los brazos ni un segundo. Si hay que morir que sea con las botas puestas.

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