El Elche consiguió ayer en Valladolid un punto que sabe a muy poco (2-2). Se puso por delante en el marcador, casi sin quererlo, gracias a su solidez defensiva y a su efectividad en el área rival. Las dos primeras ocasiones que tuvo, el balón fue para adentro. Luego, con el marcador a favor y el partido prácticamente controlado vio como el conjunto de Pucela acortaba distancia gracias un remate demasiado fácil dentro del área de Osorio, que acababa de salir al campo.

Con el 1-2, el Elche tuvo dos ocasiones muy claras para sentenciar, por mediación de Manu del Moral y Botía, que resolvió de manera magistral el meta Mariño. Salvó, sin duda alguna, a su equipo de la derrota. El que sí acertó, a la salida de un córner, fue de nuevo Osorio, que de cabeza igualaba la contienda.

A partir de ahí, el Valladolid creyó en el triunfo y se lanzó como un poseso sobre el área de Toño tratando de culminar la remontada. En esa dinámica, una lesión de Jeffren dejó al equipo castellano con diez jugadores en la recta final del duelo, ya que JIM había hecho todos los cambios. Los blanquivioletas siguieron con su empuje tratando de asaltar el castillo franjiverde, mientras que el Elche, sin un nueve referencia al que enviarle balones y la dificultad para hacer fútbol sobre un césped impracticable, prefirió asegurar el empate y en vez de poner en el campo a Boakye, en el minuto 85, optó por dar entrada a Mantecón y asegurar el resultado. Quizás, se pensó que ya que no se puede ganar un partido, lo mejor es no perderlo. Sobre todo ante un directo rival. Los tres puntos eran un tesoro, pero el empate tampoco era un mal botín, máxime si se le gana el viernes a Osasuna, aunque eso es otro capítulo de la historia de la permanencia del Elche.

Al rey Felipe II, que nació precisamente en Valladolid, se le atribuye la frase que dice: «No mande mis naves a luchar contra los elementos». En ella, trataba de justificar su derrota con la Armada Invencible en la batalla contra los ingleses.

Escribá sí que envió a los suyos a luchar contra las inclemencias del tiempo y un terreno de juego infame para la práctica del fútbol. Agua, barro y viento se dieron la mano en el Nuevo Zorrilla, pero no fueron capaces de hundir la flota franjiverde, que supo adaptarse a las circunstancias adversas.

Fran Escribá modificó su defensa en el Nuevo Zorrilla en tres de sus cuatro piezas habituales. De manera obligatoria, el sancionado Damián Suárez y el lesionado Edu Albacar dejaron sus puestos a Sapunaru y Cisma. Además, sorprendentemente, Pelegrín jugó de titular y dejó en el banco a Lombán, cuando Botía había sido el central que había estado entre algodones durante toda la semana. El mensaje del técnico era claro. No quería salir de atrás con el balón controlado, sino despejarlo lo más lejos posible.

Decía Santa Teresa que en época de mudanzas mejor no modificar las cosas y sobre todo en un campo embarrado y con mucha agua como en el que los jugadores de Valladolid y Elche tuvieron que pelear ayer. Pero la situación así lo requería.

Fútbol muy poco. Todo lucha y trabajo. En esa tarea el Elche estuvo sensacional en la primera parte. No había terreno para las florituras. Defensivamente, pese a los cambios, rozó la perfección y apenas se dio opciones a los de Pucela que se empeñaron en lanzar balones largos a Manucho, su «9» referencia. El partido era para sus características, pero los centrales franjiverde supieron defender a la perfección ese tipo de jugadas.

Además, todo ese trabajo en la sombra tuvo su premio con un gol de Coro, aprovechando un pase de Cristian Herrera. El rival parecía estar ahogado en su falta de fútbol y perdido en el temporal.

Tras el descanso, el Valladolid intensificó su fútbol directo y el Elche se rompió por el centro. La medular franjiverde apenas entraba en juego y los balones llegaban una y otra vez sobre el área de Toño. Los ilicitanos se defendían bien, pero el asedio era ya constante. Escribá puso en el campo a Rivera y el partido se equilibró. Además, a la salida de un córner, Manu del Moral conseguía el segundo gol franjiverde.

Todo parecía resuelto, pero en una indecisión franjiverde en defensa, la primera del partido, Osorio logró acortar distancias y el Valladolid comenzó a creer en el milagro, aunque el Elche tuvo dos oportunidades seguidas para sentenciar. Pero, ni Manu del Moral, ni tampoco Botía, acertaron a batir a Mariño en dos ocasiones claras para hacerlo.

Ese fue el pecado que pagó el Elche. Osorio hizo el empate, en el minuto 77, a la salida de un córner, y dejó a los franjiverde sin los tres puntos. Sabe malo perder un botín semejante, pero también los rivales juegan y el equipo lo dio todo en el campo y basta ver sus caras llenas de barro al final del partido para corroborarlo.

Esta plantilla y su técnico merecen un monumento. Ajenos a toda la semana posterior al cierre de fichajes, lejos del mundanal ruido que han despertado las ruedas de Prensa del secretario general Antonio Rocamora, del director deportivo Jesús de Huerta, además del carrusel de entrevistas del que al parecer (todavía no ha sido presentado) es el secretario técnico, Antonio Prieto, el grupo humano que comanda Fran Escribá ha vuelto a demostrar que es lo mejor que tiene el club. Con sus defectos y virtudes supieron luchar ayer contra todo en un ambiente hostil. Los directivos se han llenado la boca proclamando que iban a hacer fichajes de relumbrón para terminar diciendo que no había dinero para hacerlos.

Crearon la necesidad para luego tratar de escabullirse. En la película de Martín Scorsese titulada «El libro de Wall Street», el protagonista Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) le solicita a un colega durante un reunión de empresa: «Véndeme un bolígrafo». Este le contesta, tras tomarlo: «¿quieres que te venda este bolígrafo?. Está bien:Escribeme tu nombre en la servilleta». Belfort, sorprendido, le dice: «No tengo el boli». Y le responde su amigo: «Exacto. Oferta y demanda, amigo». Se trata de crear una necesidad. En el film, se busca que los clientes crean el deseo de comprar acciones como si las necesitaran. Eso es lo que hicieron los dirigentes franjiverde de la comisión deportiva, crear una necesidad, hacer ver que iban a venir grandes futbolistas como Valdez y, luego, tratar de enmascarar todo con la idea de que el presupuesto se gastó el verano y no se podía hacer nada más, sin darse cuenta que los verdaderos protagonistas del milagro franjiverde son su plantilla y técnico. Siempre cumplen en el campo como lo hicieron ayer. La pasada campaña señalaban que el cielo es nuestro límite y en esta, en cada partido, han pasado a dejar claro que su mensaje es más optimista, si cabe, y apelan al hecho de que el cielo está a nuestro alcance, pero siempre, jornada a jornada.