El ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels repetía a sus colaboradores que es posible repetir una mentira hasta que se haga verdad. Eso en lo que le ocurrió al Elche en la recta final de la pasada campaña cuando empató a tres goles en Los Cármenes en el partido de Liga. Los dirigentes de la escuadra nazarí, dícese Quique Pina y Fabri, comenzaron a lanzar la mentira de que el Elche era un equipo marrullero que sólo sabía dar patadas. Cuando llegó la promoción repitieron tanto esa mentira que al final mucha gente creyó que el Elche estaba allí, cerca del ascenso, por ser un equipo macarra y sin fútbol. Esta misma semana, Carlos Calvo, que está representado por Pina, la volvió a repetir. Ayer, en el Rico Pérez, ante el líder de la Liga Adelante, el Elche pudo demostrar a toda España que el equipo franjiverde tiene otras armas que lo han situado cerca del ascenso directo. Nadie está entre los grandes, por tercer año consecutivo, por casualidad. El Hércules sufrió en sus carnes la presión en campo contrario de un rival que ahoga y que obligó a los pupilos de Mandiá a explotar el fútbol directo sobre Urko Vera. Además, aprovechó un error del rival para adelantarse en el marcador, apeló a la estrategia para hacer el segundo y cuando más apretó el Hércules tuvo oficio para navegar hasta la orilla del triunfo. El Elche comenzó a ganar el derbi durante la semana, aislándose de las declaraciones que llegaron del vestuario rival. Dos horas antes de comenzar el encuentro se dio un nuevo paso hacia el triunfo convenciendo al colegiado de que se podía jugar con la indumentaria habitual y no con la verde que a mitad de semana exigió el árbitro catalán. Y, luego, sobre el campo, en apenas unos segundos, Acciari demostró quién era el jefe en la medular cuando le tocó medirse al eterno rival y contestó ahí a Carlos Calvo y a Diego Rivas. El Elche volvió a sacar matrícula en competitividad.