La relación entre la plantilla del Elche y su entrenador, José Bordalás, se antoja insostenible. Los futbolistas ya no ocultan su hartazgo por el comportamiento y las manifestaciones del entrenador alicantino y así se lo hicieron saber ayer al consejero delegado, Juan Carlos Ramírez. Una vez que finalizó el entrenamiento se produjo una escena curiosa y poco habitual: Los futbolistas, sin ducharse y en chanclas, se dirigieron hasta las oficinas para buscar al máximo accionista. Ramírez se mostró sorprendido y se encerró con los jugadores durante cerca de media hora para escuchar, alto y claro, todo tipo de comentarios en contra el entrenador. Hubo quien dio un paso más: "O él o nosotros", se llegó a exponer.

La gota que colmó el vaso se produjo durante el entrenamiento de ayer. Después de una jugada, Bordalás y su ayudante, Javier Vidal, recriminaron Martí Crespí por qué no entraba así en los partidos. El futbolista balear, que perdió la titularidad tras la derrota en Cádiz, se fue hacia el técnico y estuvieron a punto de llegar a la manos. El entrenador lo mandó a los vestuarios y le dijo que si quería se podía marchar ya de vacaciones.

Los acontecimientos que se están produciendo en los dos últimos dos meses han deteriorado mucho la relación entre las partes. El pasado miércoles 2 de junio ya trascendió una reunión muy tensa en el vestuario -que Bordalás quiso desmintir en su comparencia de Prensa del día siguiente- en la que los futbolistas recriminaron al preparador sus declaraciones en las que echaba la culpa y acusaba a la plantilla de falta de intensidad cada vez que perdían.

Con todo, durante las últimas semanas la situación se ha ido agravando cada vez más. En el encuentro del pasado sábado ante el Murcia, Paco Esteban -que junto a Martí Crespí, había dejado de calentar en el partido de Las Palmas cuando el conjunto canario marcó el 4-1 y que, por ello, fue acusado por Bordalás delante de los compañeros de poco profesionales y de falta de respeto al preparador físico- pagó la factura de su acción y aunque entró en la convocatoria, ni siquiera calentó, a pesar de las numerosas bajas que arrastraba el equipo.

Posteriormente, después de la derrota, según algunos futbolistas, Bordalás acusó en el vestuario a varios jugadores de haberse vendido y de ser poco profesionales.

Los futbolistas, al parecer, ya no aguantan más. "Cada vez que perdemos realiza acusaciones graves hacia nosotros y se mete con nuestro honor", comentaba ayer un jugador de la plantilla.

La semana pasada, la plantilla ya quiso plantearle la situación a Ramírez, pero el consejero delegado frenó la situación. En esta ocasión, sin embargo, los futbolistas no esperaron más.

La situación no apunta hacia el freno de las hostilidades. Según pudo saber este periódico, algún futbolista también está dispuesto a denunciar si es necesario al entrenador por dudar de su profesionalidad.

Hasta tal punto llega el divorcio entre el técnico y la plantilla que la semana pasada, el técnico dejó en el vestuario una camiseta que debía regalar a algún allegado para que la firmaran los jugadores, y éstos, cuando se enteraron de que el compromiso era de Bordalás, declinaron estampar su firma (sólo firmaron tres futbolistas).

Algunos jugadores han llegado a manifestar que si el técnico continúa, solicitarán la baja al club.

Ahora la "patata caliente" está en las manos de Juan Carlos Ramírez, que es quien apostó por José Bordalás. El consejero delegado debe poner paz en una guerra en la que el mayor perjudicado es el Elche. Una lástima después de haber realizado la mejor temporada de los últimos años.