La innovación y las nuevas tecnologías han traído a nuestro día a día multitud de cambios. Uno de los más polémicos de los últimos tiempos es la denominada 'economía colaborativa' con la que podemos compartir un asiento libre de nuestro coche o una habitación de nuestro propio hogar, entre otras cosas.

Se trata de un nuevo modelo económico que no solo de centra en el consumidor, sino que también podemos extrapolar al mundo empresarial y, dentro de él a las pymes que pueden sacar rédito de esta economía basada en compartir.

Las pequeñas y medianas empresas trabajan desde hace años para sumarse a esta tendencia y, muestra de ello, es que han dejado de lado la tradicional jerarquía vertical que hasta ahora les caracterizaba -en la que la propia compañía está por encima de todo lo demás-, para conformar un modelo horizontal, en el que todos los actores estén al mismo nivel, compartiendo con clientes y proveedores toda su información a través de la web.

La innovación y la compartición de información pueden derivar en grandes beneficios, como la recepción de más pedidos al tener todo automatizado o la posibilidad, por ejemplo, de que todos puedan estar al tanto del stock con el que cuenta un almacén.

Partidarios y detractores

A pesar de los beneficios que, sin duda, puede aportar este modelo en las empresas, en los últimos tiempos muchas han sido las voces que han puesto en duda su legalidad. "El término de economía colaborativa se presta a mucha interpretación. Es preferible hablar de modelos de plataformas donde se da una relación de oferta y demanda entre pares con un intermediario común que suele ser una plataforma online", explica José Luis Zimmermann, director general de la asociación española de Economía Digital (Adigital).

Desde su agrupación, Zimmermann se encarga de alzar la bandera de un modelo que ha sido criticado por muchos, pero que para usuarios e intermediarios se ha convertido en toda una revolución. "Hay muchas partes positivas. El usuario tiene mayor información del servicio o producto que se le ofrece, lo que deriva en un escenario de mayor de confianza. Generalmente estas plataformas utilizan soluciones de 'ranking'", señala Zimmermann. O lo que es lo mismo, un usuario ya ha hecho una evaluación de un producto antes de adquirirlo.

"En España aún estamos avanzando, pero fuera de aquí existe gente que genera su propia energía con placas solares para ponerla a disposición de otros", desgrana Zimmermann, que tiene claro que este tipo de modelos son esenciales en el futuro de la economía. "Cada vez más consumidores lo usan. En España están sujetos a las leyes del comercio electrónico y hay que ver si se presta este servicio para que haya una correcta regulación", sentencia.

Porque es la regulación lo que trae de cabeza a entidades contrarias a este modelo. Uber o Cavify han levantado al sector del taxi por una competencia desleal que no tiene su germen en la economía colaborativa. "En el momento que se necesita una licencia para operar, se sale del modelo", afirma el director.

Sindicatos como UGT ya han denunciado la aparición de "falsas economías colaborativas". "Está perjudicando las relaciones laborales bajo el paraguas de la denominada economía colaborativa con fórmulas que promueven una espiral de precariedad y subempleo". En su opinión se "pervierte" la situación del mercado laboral español "en una apuesta clara hacia la individualización de las relaciones laborales y hacia un debilitamiento de la negociación colectiva".