Tras el Brexit ya nada será igual en las relaciones entre el Reino Unido y el resto de Europa, pero el Gobierno español quiere que el cambio se note lo menos posible para evitar las posibles repercusiones negativas en sectores clave, como el turismo o el comercio exterior. Así, la intención del Ejecutivo de Madrid es pelear por que los visitantes británicos puedan seguir viniendo a las costas españolas sin necesidad de ningún visado adicional y que el restablecimiento de las aduanas no suponga también la imposición de aranceles al intercambio de mercancías entre ambas partes. Eso sí, todo con un límite, porque, tanto Bruselas, como los distintos Gobiernos nacionales tampoco quieren dar la impresión de que abandonar el club comunitario sale gratis o, incluso, puede resultar beneficioso.

Así lo expuso ayer el secretario de Estado de Asuntos Europeos, Jorge Toledo, durante su intervención en el Foro Club INFORMACIÓN-Universidad de Alicante-Bankia, en el que a partir de ahora también colabora Aguas de Alicante. Un acto en el que participaron más de 120 representantes del mundo económico, político y académico de la provincia y que estuvo patrocinado por Casa Mediterráneo.

Durante su ponencia inicial, Toledo recordó que se trata de «la primera vez que un Estado quiere abandonar la Unión Europea», un supuesto que ni siquiera estaba contemplado en los tratados hasta que se firmó el de Lisboa en 2007, cuando se introdujo el famoso artículo 50 que ahora ha invocado el gobierno de la conservadora Theresa May. Se trata, por tanto, de un proceso, según admitió, del que no se sabe con certeza el resultado.

«Uno decide irse, pero no decide a dónde se va -señaló en relación a la posición en que quedará el Reino Unido tras su marcha- y, como dijo Séneca, 'no hay buen viento para quien no sabe a donde va'». Una cita a la que quiso añadir otra del exministro español de Asuntos Exteriores Francisco Fernández Ordóñez: «Fuera de la Unión Europea hace mucho frío».

Periodo de transición

A pesar de que durante toda su intervención quiso dejar claro que serán los británicos quienes más perderán con su salida del club comunitario, reconoció que el abandono del Reino Unido de la unión aduanera y el mercado único va a provocar «fricciones» en todo el continente, pero señaló que se está «trabajando para limitar los daños». De esta forma, y a modo de mensaje tranquilizador, recordó los acuerdos que ya se han producido en las negociaciones entre Londres y Bruselas, como el que permitirá un periodo de transición desde la entrada en vigor del Brexit -en marzo de 2019- hasta finales de 2020 en el que Reino Unido seguirá cumpliendo y reconociendo todas las leyes europeas.

Un periodo que facilitará la negociación de un nuevo acuerdo de libre comercio entre ambas partes -«la posibilidad de lograrlo es alta», aseguró el diplomático- y también evitará que los británicos caigan «en el vacío» en numerosas materias en las que ahora deben legislar de nuevo o buscar nuevos pactos, por ejemplo, para regular el tráfico aéreo.

Tranquilidad para los residentes

Conocedor de la extensa colonia inglesa en la Costa Blanca y de su peso en la economía local, Jorge Toledo también destacó que el acuerdo alcanzado garantiza que, tanto los europeos que viven en el Reino Unido, como los ingleses que residen en Europa, siempre que acrediten cinco años de permanencia, mantendrán sus actuales derechos íntegros de por vida. Una medida que también incluye la atención sanitaria y el cobro de las pensiones públicas de su país, dos aspectos claves para los británicos instalados en la provincia.

Eso sí, el secretario de Estado no quiso aventurar el estatus de quienes tomen la decisión de trasladarse a partir de este momento, lo que dependerá de nuevas negociaciones, según admitió, una reflexión que no gustó a los promotores alicantinos -en el foro estaba presente su presidente, Antonio Fernández- que tienen en este país uno de sus principales mercados.

Una incertidumbre que también se cierne sobre los exportadores, que igualmente deberán esperar para conocer las condiciones en las que podrán vender sus productos en las islas británicas después de 2020. Según apuntó Toledo, «en principio», no se prevé la imposición de aranceles -o, al menos, esa es la posición que defiende el Gobierno español-, lo que supone una buena noticia. No obstante, lo que sí habrá serán controles aduaneros para comprobar que los productos cumplen con las respectivas normativas, algo que ahora no ocurre.

Frecuencia de vuelos

Ya en el turno de preguntas, Jorge Toledo tuvo que responder a las inquietudes de los empresarios alicantinos sobre las repercusiones del Brexit en el sector turístico. El diplomático reconoció que se trata de un mercado «fundamental para Alicante y para toda España», con más de 19 millones de visitantes el año pasado. Al respecto, señaló que la «estrategia» del Gobierno pasa por que estos turistas puedan seguir llegando sin necesidad de un visado adicional, únicamente con su carnet de identidad, «como hasta ahora, ya que no forman parte del espacio Schengen». En este sentido, a su juicio, casi que el mayor problema a este respecto será sustituir el acuerdo de «cielo único» -del que saldrá al abandonar la UE- por otro régimen que permita mantener la misma frecuencia de vuelos entre la UE y el Reino Unido.

Más allá de eso, Toledo también señaló que existen factores que escapan de cualquier negociación, como la cotización de la libra o la posible pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos británicos tras el Brexit, que podrían afectar al sector turístico y también a la compra de viviendas por parte de ciudadanos de esta nacionalidad en la Costa Blanca.

Más unidos

Preguntado por si las negociaciones con el Reino Unido podrían provocar una ruptura dentro del bloque de la UE, el secretario de Estado señaló que, por el contrario, lo que ha provocado el Brexit es que los 27 países restantes estén «más unidos», conscientes de que se trata de una negociación «de suma cero». Es decir, que todo lo que gane una parte, lo perderá la otra. Por eso, aseguró que Londres parte de una posición negociadora «horrible» y que, además, cuando intente alcanzar acuerdos con otros países como la India o Estados Unidos se dará cuenta de que «no es lo mismo negociar por un solo país que por un bloque de 500 millones de habitantes».

En este sentido, también señaló que uno de los principios que guiará la posición de los Veintisiete en todas estas conversaciones es que «un país que sale no puede estar mejor o igual que estando dentro». Es decir, que no van a ceder a todas las peticiones del Reino Unido de forma que éste acabe resultando beneficiado. Así, por ejemplo, señaló que no aceptarán mantener la libre circulación de mercancías y capitales sin asegurar también el libre acceso de las personas -«el mercado único es indivisible», insistió Toledo-, y que tampoco se permitirá que la potente industria bancaria de la «city» londinense mantenga su «pasaporte financiero» que ahora le permite operar en toda la UE. Esto significa que las entidades deberán tener alguna sede en otro país comunitario para operar.

En cualquier caso, Jorge Toledo se mostró confiado de lograr un acuerdo satisfactorio para todos y señaló el cambio de actitud que ha experimentado el Gobierno británico que, por ejemplo, ya acepta que deberá pagar un «cheque de salida» para abandonar la Unión Europea.