La construcción de la autopista que recorre el litoral mediterráneo español fue una recomendación del Banco Mundial, que la incluyó en su informe sobre la economía española de 1962. A lo largo de los siguientes años, el régimen franquista fue adjudicando los distintos tramos hasta que en 1972 le tocó el turno al que discurre entre Valencia y Alicante, cuya concesionaria resultó ser Autopistas del Mare Nostrum (Aumar), hoy perteneciente al Grupo Abertis. El primer tramo, entre Altea y Sant Joan, se inauguró en 1976 y el segundo, de Ondara a Altea, tres años después, en 1979. Desde su puesta en marcha se convirtió en uno de los motores del desarrollo turístico del norte de la provincia. Por ella llegaban los autobuses de turistas europeos desde los países más cercanos y por ella iban a su destino, también, los visitantes que aterrizaban en El Altet. También fue clave en el desarrollo del turismo residencial, que trajo hasta Alicante a miles de jubilados europeos.