El futuro de la Fundación Caja Mediterráneo aparece desde ayer algo más despejado después de que el patronato de la entidad aprobara, por unanimidad, el plan estratégico con el que pretende equilibrar sus ingresos y sus gastos, y garantizar así su viabilidad. Una hoja de ruta a tres años que, entre otras medidas, prevé recortar hasta un 40% la partida de personal y replegar su actividad a las provincias de Alicante y Murcia, además de desprenderse o alquilar el numeroso patrimonio inmobiliario que ahora tiene en desuso.

Unos ajustes que se complementarán, desde el lado de los ingresos, con la creación de un equipo para la comercialización de sus espacios, un aumento de la captación de fondos externos y la potenciación de un mayor número de actividades que se autofinancien. Todo para atajar la sangría que ha sufrido la fundación prácticamente desde su puesta en marcha -cuando la Obra Social se segregó del negocio financiero de la CAM, tras la intervención y posterior adjudicación de la entidad al Sabadell- y que ha llevado a que su patrimonio se haya reducido considerablemente desde los 121 millones de euros que acumulaba en 2012 a los 98 millones con los que cerró 2016.

Con la aprobación de este plan, la Fundación cumple, además, con el mandato del Instituto Valenciano de Finanzas, que en julio de 2016 forzó la dimisión de su anterior presidente, Matías Pérez Such, y exigió a la entidad la adopción de medidas para poner fin a la descapitalización continua que venía sufriendo. Fue entonces cuando tomó el relevo Luis Boyer, que impulsó la redacción de este documento.

Sin ingresos fijos

Al contrario que otras fundaciones procedentes de las antiguas cajas de ahorros, como la Caixa o Caja Murcia, la Fundación CAM no conservó ninguna participación en el negocio financiero de su fundadora y tampoco disponía de otras fuentes de ingresos adicionales, como los montes de piedad que sí tenían Bancaja o Caja Madrid. De esta forma, la antigua Obra Social de la CAM se vio de la noche al día con unos gastos que sólo en 2016 supusieron 5,5 millones de euros -de los que una parte significativa se correspondieron a la factura de los juicios por las cuotas de la CAM- y sin otra entrada de efectivo que la generada por su actividad, que el citado año apenas alcanzó los 650.000 euros.

Por este motivo, la primera medida del nuevo plan estratégico es el redimensionamiento de la institución. Así, por un lado, el documento contempla que en los próximos seis meses reestructurará su plantilla para recortar entre un 35% y un 40% de sus gastos de personal. Esto no implica echar a la calle a un porcentaje similar de sus 41 trabajadores, según aclaran desde la institución, ya que dependerá de lo que cobren los afectados.

Al mismo tiempo, la Fundación va a reducir su ámbito de actuación para concentrarlo exclusivamente en las provincias de Alicante y Murcia, lo que implicará cerrar el resto de centros fuera de esta demarcaciones, como el Camon de Madrid, el centro cultural de Torrent o el centro ambiental de Buñol. La excepción será la Llotgeta de València, que se mantendrá activo dada la importancia del inmueble y la visibilidad que ofrece a la institución en un enclave privilegiado de la capital autonómica, frente a la Lonja de la Seda y al lado del Mercado Central de la ciudad.

Para dar salida a estos inmuebles y al resto de los que acumula la Fundación -en total, tiene 44 propiedades, entra las que incluso hay solares- se creará un equipo de gestión integral del patrimonio inmobiliario, que se encargará de venderlos o alquilarlos, según lo que resulte más rentable. Igualmente, para sacar más partido al resto de edificios que conservará, también se pondrá en marcha una unidad de comercialización de espacios para actividades -como ya se hace en las aulas de cultura- y de organización de eventos. En el caso del Centre d'Art d'Alcoy se pretende crear un centro de restauración de obras de arte vinculado a la organización de un máster y también se estudiará como rentabilizar más otras instalaciones, como las que hay en Benidorm.

Patrimonio artístico

La Fundación también quiere sacar más partido a su patrimonio artístico para lo que, por ejemplo, quiere renegociar las condiciones del convenio de cesión de su Colección de Arte Contemporáneo al Ayuntamiento de Alicante, de forma que le permita disponer de parte de las obras para exposiciones itinerantes. Además, también se trasladarán las obras que ahora están guardadas en almacenes alquilados a inmuebles propios.

Desde el punto de vista de su funcionamiento, la heredera de la Obra Social de la CAM quiere centrar sus actividades en las áreas donde es más fuerte, la cultura y los programas de responsabilidad social, y, sobre todo, potenciar aquellas actividades que se autofinancien, ya sea con las entradas o los patrocinios. Así, también ha puesto en marcha un equipo para potenciar la captación de fondos externos e incluso subvenciones.

Con todo esto, la Fundación Caja Mediterráneo confía en alcanzar el equilibrio presupuestario en 2020. Su presidente, Luis Boyer, destacó ayer que el «Plan Estratégico pone las bases para garantizar la viabilidad de la Fundación a medio y largo plazo, lo que nos permitirá que esta institución siga ocupando un espacio relevante en las actividades culturales, sociales, medioambientales y de responsabilidad social corporativa en su ámbito de actuación».